Juan
coloco una madera, donde con la ayuda de chinchetas, fijaría tareas a
desarrollar.
Algunos
amigos se reían de la ocurrencia, ahora se disponía de móviles y
ordenadores, recordadores de las funciones a realizar. Pero Juan le
gustaba el método antiguo, donde una pequeña hoja de papel blanco
se anotaba lo que necesitar, en los siguientes días, lo cual iba
poniendo de arriba a abajo, eliminando las ya caducadas. La madera es
de una manera blanda para facilitar su fijación.
Juan
colocaba tantas notas que ocupaban toda la extensión de la misma.
Entonces, para no parecer un desorden, estableció que las chinchetas
serían de colores para establecer unos criterios de prioridad, rojas
lo mas importantes, amarillas menos necesarias y verdes, aquellas más
banales.
Tantas
cosas quiere recordar que la acumulación se convierte en un pequeño
caos, quién llega a su casa se detiene a fijarse en el contenido de
las mismas, mientras de reojo Juan les observa, como sintiéndose
vigilado. Esto le llega a agobiar y una mañana decide desembarazarse
de todas ellas. No las necesitaba.
Al
retirarlas se dio cuenta que la madera estaba llena de pequeños
hoyos, un espacio erosionado.
Estaba
vacía pero mostraba una superficie llena de altibajos. Con lo cual,
no podría seguir su espacio, en su cocina. Tomó la tabla y la llevo
al contenedor de basura.
Ahora
se encuentra mejor. Ha vencido dependencias y fealdades en su
espacio.
Se
sienta en su butaca y comienza a leer su último libro. El sonido del
teléfono le retorna a la realidad. Lo descuelga y una voz le
recuerda que no ha asistido a su cita con el medico especialista de
hoy. Debe solicitar nueva cita, para dentro de tres meses.
Juan
se descompone, al final ocurre de lo que huía. ¿y si baja a la
basura?
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