El
café estaba lleno, al ser un viernes por la noche, al fondo queda
una mesita libre. La pareja fue hacía allí. No tienen relación
sentimental pero hoy quedaron para hablar. El ruido acompañaba poco
para el dialogo, se pusieron frente a frente con una mesa de mármol
de por medio. Callados esperaron la llegada del camarero para pedir
un par de cervezas. Juan intento decirle lo desagradable del acumulo
de voces pero callo. En un momento sus ojos se encontraron y quedaron
fijos en los de ella.
El
ruido desaparece, bajo la mesita las manos se encuentran y un
movimiento de piernas encuentran autorización bajo el telón de la
mesa. La temperatura sube la presión las manos comienzan a sudar,
mientras un enrojecimiento empieza a aparecer en las piernas de
Marga.
Ni
siquiera observan la llegada del camarero.
“Buenas
noches, que van a tomar”
“Dos
cervezas, por favor”.
La
magia se rompe el sonido vuelve a llenar sus oídos, todo el mundo se
tiene que comunicar a voces y risas nerviosas ocupan un espacio
relacionado con la toma de alcohol.
“Y
si nos vamos”
“ya
hemos pedido”
“Voy
a la barra y lo anulo”
Pero
el camarero estaba de vuelta con las consumiciones. Me cobra, por
favor.
El
liquido trataba de enfriar la situación. La demora sirvió para
ansiar el deseo de estar juntos.
La
vuelta de la consumición llego en un platillo metálico. Se
levantaron de la mesa cómplice pero la salida del café, no fue
igual que la entrada, unas manos entrelazadas eran la diferencia.
Aun, al alcanzar la calle, se oía el bullicio interior del local.
Una
sonrisa fue suficiente para lograr la complicidad de Juan y Marga.
Una sirena de una ambulancia paso con la premura de luces y sirena
encendida.