martes, 21 de enero de 2020

LA SUPORACIÓN

LA SUPORIZACIÓN 
 
La cicatriz de la cara de Juan ha empezado a supurar, un liquido viscoso aparece en dos de los antiguos puntos que cerraban las partes sueltas infligidas por el filo de la navaja.
Al notar deslizarse una gota por su mejilla, lleva la mano hacía ella, mientras recoge el liquido purulento entre sus dedos.
Hace tanto tiempo de esto y sin embargo vuelve a brotar. Va hacía el servicio y descubre el otro punto con igual gota. Lava con jabón y agua. Tomá una servilleta y seca las gotas de agua, mientras quiere secar los dos fuentes de su cara.
Las pequeñas goteras siguen su llanto. Toma una nueva toallita y la aplica con la idea de taponar. Coloca sus gafas y un “ya se secara” es la respuesta que se da.
La mente de Juan se vuelve hacía como, vuelve a salir liquido de una herida, cicatrizada hace muchos años. La imagen del afeitado matinal viene a su rescate, pero hoy no lo ha hecho ¿entonces?
Abandona el baño y sigue aplicando el apósito, sorbiendo gota a gota.
El almacén tiene un poco más de ajetreo por haber recibido partidas nuevas para ser distribuidas en los próximos días.
De vez en cuando vuelve a llevar la mano, al bolsillo para obtener el papel secante. Un descuido hace perder la verticalidad a una fila de cajas de cartón. Estruendo y miradas de todos hacía él. Se afana en recoger lo más rápido posible y hace dos filas. Risas y miradas de censura.
El ruido de la carretilla eléctrica, con su pitido. Marcan un nuevo tiempo.
Como un tic seca su cara continuamente. Su gesto no pasa desapercibido, nadie se atreve a decirle una broma, solo miradas de soslayo.
El día pasara como paso aquella fecha hace tres años.