Juan
esta sentado frente a su mesa de trabajo, a la derecha un armario
donde guarda sus pertenencias, incluida la bolsa de comida. Es un
armario metálico gris, como el ambiente de esta compañía de
seguros donde trabaja. La sala tiene varias mesas con la misma
disposición. Enfrente de la mesa dos sillas, con la determinación
de prohibido sentarse los compañeros, para no perder el tiempo en su
trabajo. La consigna es el tiempo es oro como para desperdiciarlo,
cuchicheando.
Solo
a la hora de la comida se puede hablar con ellos, las dudas se
solucionan con un correo electrónico, interno, donde quedan
constancias de las mismas.
Solo
la hora de llegada y salida tiene lugar las conversaciones entre
compañeros, luego el trabajo ocupa las ocho horas del mismo. Las
sillas tienen un valor simbólico, pues la empresa se dio cuenta del
tiempo que se perdía con los clientes.
Las
llamadas telefónicas también están filtradas. Los terminales
propios están prohibidos. Cada tres horas tienen derecho de diez
minutos de asueto, donde se puede ir al servicio o tomar algo y poder
hacer alguna gestión personal con su móvil. Pero para ello tienen
que fichar, con lo cual su trabajo, esta controlado siempre.
La
situación de agobio hace que muchos trabajadores cambien pronto de
lugar laboral. Con ello se consiguen muchas incidencias. Pero la
posición de la empresa es clara: es su forma de trabajar y no la van
a cambiar. Los números no son fabulosos pero son importantes para
dar buenos dividendos al consejo general.
Juan
siempre ha sido una persona miedosa, pero es el que mayor tiempo
lleva entre los empleados, su sentimiento ha sido el que ha
facilitado el llevar tanto tiempo, aceptando todo lo exigible. Ha
visto el paso de muchos encargados, pero el mismo estilo
empresarial.
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