Cada 28 de marzo, se tiene la costumbre
de dejar un objeto en la casa del vecino que se tiene a la derecha. El objeto
tiene que tener un gran valor material. Con ello se quiere compartir con los
demás. La norma se modifico cuando se construyeron pisos en altura, haciéndola
de abajo a arriba, siempre hacia la derecha. Este se devolvía el 28 de
septiembre de ese mismo año. Para algunas personas salvaguardar el testigo,
significaba un gran problema, por lo pobres que algunos eran. Unos lo dejaban
en sus cajas de caudales pero otros tenían que esconderlo para que pasara
desapercibido.
Cuentan que cuanto más valor tenía
el objeto depositado mayor sería el beneficio obtenido, por ello lo que se
entregaba solían ser joyas, en algún caso lingotes de oro. Por supuesto los
depositarios no podían hacer uso de los mismos en ese periodo de custodia. Todo
tiene un significado simbólico, el cual todo el mundo acepto, por ello se convirtió
en una norma, con función de ley. Ya se sabe que la costumbre hace la misma.
Juan esta pasando apuros económicos
y pensó empeñar las joyas entregadas en deposito para obtener el dinero
suficiente y recuperarlas para la fecha prevista. Pero las cosas no siempre son
como uno prevé y el día llega. No sabe como afrontar su mala acción. Por ello
cuando quedan dos días abandona el domicilio. Coge unas maletas, las mete en el
coche y desparece sin decir nada a nadie. El día de entrega siempre se hace con
un fuerte abrazo con el vecino, pero una familia no recibe sus valores. Se ha
transgredido la norma, por ello se denuncia al comisionado de la ciudad.
Juan piensa que está deshonrado
por ello no quiere volver a su casa. Prófugo de su vida, expatriado.