viernes, 5 de abril de 2019

EL MONOCOLOR




Como un dibujo se movía Juan, lejos de presentar matices se mostraba simple, no le gustaba las cosas aparatosas, como él decía.
El color gris era su preferido y su forma de hacer las cosas. La rutina daba forma a su vida pero critico con lo que le rodea, no aportaba soluciones porque las consideraba obvias.
Su bigote esconde los movimientos de los labios, parece farfullar las palabras, conlleva una pregunta del interlocutor para aclarar lo que había oído.
Aparenta una edad mayor a la que dice su carnet de identidad.
Cuando pasea los movimientos no son armónicos, tiene variaciones, desde los pasos de película de dibujos animados a los dubitativos. Para los espectadores de las terrazas de los bares da mucho juego, el comentario esta asegurado. Soltero empedernido huyendo de cualquier relación, le añadía un carácter misogino.
Elegía del cine, del que era muy usuario, las últimas filas para pasar desapercibido.
Estando leyendo una carta enviada por el ministerio de hacienda, le entro un picor en el ojo, llevo la mano, con la que sujetaba el folio hacía su ojo. Un corte recibe su frente por la que empieza a sangrar en abundancia. El color rojo cambia su monocolor personal.
Va dejando un reguero hasta que llega al servicio, lava la herida, mientras coge papel higiénico para limpiar la colorida cara. El agua no representa un antídoto pero quita los restos sanguíneos. Forma un tapón y lo fija con esparadrapo. Mientras piensa que Hacienda siempre hace daño. Cambia el apósito varias veces hasta conseguir haber ayudado para formar un coagulo epidérmico.
Hoy no saldría a la calle. Se recostó en su sillón y dejo pasar el tiempo, hasta la llegada del sopor que hizo su función, la pantalla en blanco y negro apareció y proyecto las mismas cosas vividas.