Mañana lo haré,
como siempre surge en Manuel el rechazo a un compromiso, es mejor
dejarlo para más tarde.
Ese rechazo o el
aplazamiento hizo que se malograra la relación que llevaba con
Margarita, fueron cinco años donde la convivencia en común, no se
fraguo, el eterno miedo surgió una vez más.
Cosas anecdotistas
como el hacer cualquier tarea domestica se van aplazando hasta
hacerse en obra no acabada.
Manuel siempre
justicia su manera de ser con cualquier cosa que valide su no-hacer.
Muchos plazos de citas convenidas se han venido al traste por esa
pereza que ha llegado a ser una forma de vida, de pensamiento y hasta
de no-acción.
Hasta que llego un
día en que, Manuel, se hizo consciente de que su forma de actuar le
estaba llegando a mal sitio. Sucedió que iba a por comida y según
iba, por la calle, se fijo en el anuncio de un autobús que le dejo
perplejo y se dio cuenta que no sabía donde iba. Con mucho
enfrentamiento interior, decidió, volver a casa y según subía los
peldaños, recordó que el objetivo era comprar comida. Pero al
volver por el camino, otro paréntesis volvió a surgir. De nuevo
torno a casa.
Se sentó en su
sillón y descubrió las lagunas que le estaban ocurriendo y decidió
pedir ayuda.
Acudió a la cita
del profesional elegido y comenzó una terapia donde descubrió el
clavo clavado en su mente, origen de su comportamiento posterior. Una
vez localizado el problema era más fácil curar la mente y con
ejercicios mostrados. Inició una nueva vida. Era difícil recuperar
los años perdidos, pero si hacer, los que vienen que se vuelvan
maravillosos.
El mañana lo haré
se ha reconvertido en lo estoy haciendo. Incluso llamo a Margarita,
pero “el teléfono marcado no existe”.
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