Alberto es el instigador de una
excursión consciente por la naturaleza. Su objetivo es que los integrantes
tengan una visión diferente donde un árbol no es solo, una parte del paisaje, donde
el trinar de un pájaro es la música del entorno. Donde una hierba pequeña simboliza
una parte del espacio verde, sino como la creadora de vida en su entorno.
Lo difícil es transmitir estas
sensaciones en personas que vienen muy cuadriculadas con pensamientos
encajados.
Cuenta con un fin de semana para
ello, tienen una casa rural con capacidad para diez personas y una familia que
atiende las necesidades gastronomicas de los alojados.
Reúne a los llegados, les junta
en la pradera, frente a la casa. Quiere que cada uno, de una forma simbólica
deje amarguras y vida semanal, en un espacio. Les explica como al finalizar
tomaran o dejaran los mismos, cada uno elige. Luego les recomienda que se
tumben, cabeza abajo y huelan la hierba de la pradera, cierren ojos y escuchen
lo que oyen y sientan el contacto de la tierra y de la hierba.
La experiencia comienza con la
mano recorriendo el terreno. Mientras la respiración se hace acompasada con el
medio que les rodea.
Después se sientan en círculo y
comparten las experiencias. Como ocurre siempre hay personas que enseguida
aportan cosas e invitan a que fluya la conversación del grupo. Alberto conduce
el experimento y motiva a los más callados para darles voz y protagonismo. Juan
es uno de ellos, le cuesta expresar sus sentimientos, pero al ser abstractos,
no le molesta. Por ello se siente bien.
Maravilloso pequeño cuento. Gracias por tus palabras, cada mini-cuento es una inspiración para mí.
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