Juan
sale con Julia, su mujer van camino a un paseo por la sierra cercana.
Han cogido lo que creen necesario para su paseo, que durara todo el
día, prendas de abrigo y de lluvia, por si acaso. Nos pasamos la
vida por si acaso para que el pánico, llegado el caso, no nos deje
desarbolados.
Eligieron
las cosas y la comida para que entraran en sus mochilas, los palos,
de senderismo están adosados a los laterales de las mismas.
Han
salido temprano, de tal manera que no adivinan el día que les
deparara.
Julia
consulto por Internet, pero una cosa es la previsión y otra lo que
encuentras tras una ráfaga de viento. Toman el primer tren de la
mañana y no son únicos, los que han elegido ir, otros grupos llevan
el mismo destino. Con conversaciones altas para mostrar su estado de
animo.
Juan
casi susurra las palabras a la cara de Julia. Como estableciendo un
circulo mas cerrado y, aprovechando Julia entorna los ojos buscando
el sueño perdido. Las palabras del resto de viajeros siguen siendo
altas.
Al
pasar una hora llegan a su destino. Todo el mundo recoge sus cosas
para salir lo antes posible del vagón. Curioso que lo que sera un
paseo siga convirtiéndose en una competición. Evidentemente no
sabemos dejar situaciones y nos movemos por inercias.
En
la puerta de salida, nuevos grupos, que llegaron en coches, se unen a
los llegados y con el siguiente objetivo, desayunar. Esto hace que el
camino se veo vació y deja el mismo ancho y apetecible. Un aire
fresco recuerda donde están y las gotas del roció impregnan las
botas.
Van
caminando en una charla animada hasta el primer desvió, donde surge
la duda. Pero, la intuición de Julia es clave para tomar la derecha.