miércoles, 25 de octubre de 2017

COMO TODOS LOS DÍAS






Un jubilado, hablaba con un conocido en el autobús y le decía: ahora voy a por el pan, como todos los días. El sentimiento de monotonía y falta de entusiasmo, se escapan por los poros de este hombre. Es como un desprecio a la comida, porque afortunadamente la tiene en su casa todos los días en tres ocasiones, como mínimo.
Curioso el sentimiento rutinario, como nos hace llegar a una falta de ilusión. Siempre recuerdo como algunas personas antes de comer, agradecen, el poder tener con que alimentarse. Puede convertirse, también, en una rutina, pero es una toma de conciencia de que respiramos, tenemos agua para beber y lo transpolamos a las relaciones con nuestros semejantes. Volviéndolas rutinarias, por ello pierden interés. Dejamos que la monotonía llegue a nuestras acciones y, por tanto, a nuestros pensamientos llenándolos de un liquido, viscoso y uniforme que se llama tedio.
Este hombre bajó del autobús, que le ahorraba la monotonía de pasear y le devolvía a la calle. Donde las caras de las personas que se cruzaban no indicaban nada nuevo. Esto confirma su estado decrepito y del pensamiento bucle. Unido a sus pensamientos, se cruza con un chica con la cara radiante, con movimientos vivos, como queriendo que el tiempo llegue más deprisa para llegar a la hora donde va a encontrar el motivo de su alegría. Piensa que el problema esta en que ella es joven y tiene una vida por delante,, mientras él, la tiene por detrás. Es la manera de seguir en su estado general que confirma todas sus expectativas. Se ve relegándose de un tren que ha dejado de interesarle su destino. Pero que sigue y solo espera la parada, en cualquier estación, para bajarse y dejar el viaje. Los años llegaron a su cabeza y pesan fuertemente.

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