Siempre nos enseñaron a ganar,
nunca a perder. Muy al contrario se denostaba a quien abandonaba.
Curiosamente la vida se plantea
como una competición, donde los vencedores son el orgullo frente a los que han
quedado derrotados. El planteamiento de esta forma de ser marca a cada una de
las personas que componemos este mundo.
Sin embargo el progreso en la
vida se hace mediante el procedimiento de ensayo error. Donde este nos ayuda a
superar las diferentes acciones de la vida.
Existen personas a las, que
parece, todo les sale mal. Por ello se les aplica un sambenito de gafes, por
ello son marginadas. Esa proceso les lleva a una forma de vida, fuera de la
normalidad social, donde se ve como forma de salida, hacer todo lo contrario
con lo que fuera deseable. Surgen por tanto conflictos de identidad y de
valores precisos de toda comunidad.
Tal vez aprender en torno a la
figura del error, por no lograr el objetivo, sea suficiente para conquistar una
superación personal. Donde se haya las diferentes claves para ser mejores
personas y por tanto más útiles a la sociedad. Porque desde el modelo personal,
se consigue un aprendizaje del resto de personas.
Pero si el premio a la perdida es
un castigo, huyes y tratas de tapar, la misma, con mentiras o creaciones
inciertas. Que crean una figura que no eras, pero vas incorporando a tu
personalidad y la haces tuya, sin darte cuenta. Es entonces cuando se crean los
conflictos personales entre sus valores y lo que esta representando. Surgiendo
la infelicidad que solo se encuentra bien diluyéndose en la de los demás.
Como cambian las cosas cuando se
plantean formas diferentes de ver las mismas, sin a penas nada más que ese
cambio de ver las cosas. Nuevo aprendizaje.