Juan y Alberto trabajan en la
misma fabrica, desde hace dos años sus destinos son diferentes, pero ellos
siguen conservando la buena amistad. La llegada es diferente para ellos pero la
salida es sagrada para ambos, se esperan para salir juntos.
Juan consiguió salir de la cadena
de montaje y logro ir a otro sitio más tranquilo, donde la atención no es tan exhaustiva,
no tienes una cámara que esta grabando todos tus errores y aciertos, aunque estos
no sean alentados por ser parte de su trabajo. Los dos primeros años los tomo
como un castigo pero era la única oferta disponible para una persona no
cualificada. Comenzó a hacer cursillos para poder optar a otros puestos de
trabajo. Alberto sin embargo no mostró interés por ello. Decía que no tenía que
pensar y le vale de distracción, por ello se reía de los cursos que emprendió
su amigo. Cuando lo consiguió tenía una cierta envidia, entonces se intereso
por cambiar su situación laboral. Entonces consulto para hacerlo él. Contaba
con la ayuda de su compañero y de las ganas de salir de una monotonía bastante frustrante.
En tres meses logro su objetivo y
el cambio de destino. No coincide con el de Juan pero sale del control directo
de las cámaras, de circuito cerrado, que le humillan.
Juan comienza a interesarse por
la situación de sus compañeros y como poder mejorarla. Eso significa un
distanciamiento de la dirección de la empresa. Pero asume, que todo puede ser
mejorable. Esto lleva a contacto con otros compañeros y la salida ya no es común
con Alberto. Surge un distanciamiento que trunca una amistad labrada durante
setecientos días.
Una vez puesto en pie ya no puede
parar y sigue en la trayectoria pensada. Sin valorar lo perdido y ganado con su
decisión.
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