jueves, 31 de enero de 2019

LA RATA GRIS




Juan monto en el metro, como todos los días. Bajo del mismo, atestado de gente, era la hora punta. Fue hacía las escaleras mecánicas y paro su ritmo para descansar de su caminar. Un imprevisto hizo que la luz se fuese, el frenazo en seco de las escaleras y el miedo comenzó a apoderarse de los viajeros. Las pequeñas luces de emergencia eran como faros en el mundo de la oscuridad. Algunos viajeros habían caídos por la inercia de las escaleras automáticas. Los móviles comenzaron a usar la función de linterna. Una mujer entro en pánico. Varios pararon a ayudarla y convencerla de lo que no creían. Como una cadena empezaron a haber más gritos, los tres tramos de escaleras precedidos de un largo pasillo parecían un largo camino. Alguien sugirió de un atentado terrorista, la alarma se hizo viral todo el mundo quería alcanzar la salida, comenzaron a hacerse montoneras.

Juan se echo hacía un lado para poder ayudar a los que quedaban atrás. No había razón lógica para correr. Los gritos se multiplicaban, no quería pensar que hubiera sido sin las luces de emergencia donde indicaban dirección de salida. Los teléfonos informaban del infortunio a compañeros y amigos, aunque alguno informo a emergencias.
Juan ayudo a una mujer que sangraba abundante por una brecha en su cabeza. Consiguió taponar la herida con unos pañuelos de papel, que llevaba de su último catarro. Alrededor se acumulaban bolsos, carteras, objetos olvidados en la carrera por la salvación en la salida. Un niño lloraba desconsolado y fue hacía él. También se habían olvidado de él.
A los pocos minutos entraban bomberos y personal sanitario, para ir evacuando pasajeros. Juan ve acabada su estancia y comienza su salida, junto a un bolso se asoma una rata gris, bastante parecida a la realidad.

miércoles, 30 de enero de 2019

LAS LLAVES




Juan esta en la tercera edad, edad tan ambigua como sentenciadora, los olvidos se van acumulando en su solitaria vida. Pero no les da demasiada importancia, al fin y al cabo son olvidos. Sus familiares se han dado cuenta de ello pero la justificación es haber sido una persona despistada, con ello tienen la justificación de no ocuparse de él.
La persona que fue todo amabilidad y de fácil sonrisa va emprendiendo el camino de una nueva etapa en su vida. María su mujer le abandono en uno de sus despistes, tras una enfermedad resuelta en un hospital. Su mente se cerro un poco más, comprendió en la fase que estaba y siguió en su casa de siempre, la pequeña pensión le valía par seguir su vida rutinaria, dejando de aprender nuevas cosas y dejandose llevar por una rutina, encasilladora.
Pero ayer surgió un imprevisto que le asusto mucho al llegar a casa con la bolsa de la compra empezó a buscar las llaves. Todos los bolsillos fueron registrados a conciencia incluso utilizo el capo de un coche para alojar lo que en ellos se encontraban, pero las llaves no estaban, no tiene vecinos a los que solicitar ayuda y el teléfono lo dejó en la mesilla de noche. Un sudor frio apareció por no saber como actuar. Estaba en la calle, registro la bolsa de la compra pero allí no estaban.
Una tardía hoja de un árbol la trajo una ráfaga de aire se deposito junto a su hombro, al ir a retirarla descubrió un bolsillo que al llevar su mano descubrió un bulto, abrió la cremallera donde se alojaban las llaves. Aquí es donde las deje para que no se me olvidaran. Y luego dicen “que se me olvidan las cosas”, sabrán ellos de mis recursos, mientras levantaba.

martes, 29 de enero de 2019

LOS SUEÑOS




Juan leyó en un libro que los sueños se podían modificar al gusto de cada uno.
La lectura le llevo un día, anoto muchos párrafos y empezó a llevarlo a cabo.
El resultado fue tan satisfactorio que estaba deseando que llegara la noche para penetrar en el espacio onírico.
Juan se sintió actor de su vida, de su vida gris, podría sentir, oler y vivir una realidad diferente, modificando a su antojo. Entraba en una película, la componía y desarrollaba según las apetencias de cada momento. Había descubierto la piedra filosofal, la quinta esencia de la vida.
Ello le llevo abandonar, buena parte, de la vida de vigilia, donde cumplía su parte alimenticia y laboral, pero con el ocaso se reunía con su mullida cama y comenzaba la otra función de su vida.
Leyó muchas cosas sobre los sueños, un mundo oculto se abría a su comprender, cada momento quería conocer mas sobre, un único monotema, los sueños.
No necesitaba estímulos nuevos, él es el creador y modificador de su subconsciente. Había dado vida a la búsqueda de tantas personas, cumplía deseos como quien pasa la lectura de las páginas de un libro.
Su vida dio un vuelco espectacular, puso una sonrisa en su cara, que no aparecía en años. Su ostracismo fue cambiando y hasta empezó a promocionar el método aprendido, ante el escepticismo de los oyentes. Las necesidades reprimidas salían sin hacer daño a nadie. El mensaje era tentador. Cualquier persona frustrada podría conseguir sus objetivos durante la noche o de la siesta. Un mundo nuevo se abría y Juan se convirtió en su difusor general. No esperaba demasiado en los resultados de los demás, porque él lo conseguía consigo mismo, ya era bastante. Pero abrió una nueva puerta de salida para otras personas y hasta vieran felicidad.

viernes, 25 de enero de 2019

LOS CARAMELOS





Juan llevaba siempre un abrigo con muchos bolsillos interiores, era una especie de maleta ambulante, con lo que soportaba un peso extra, apenas bailaba con el vaivén del movimiento natural al andar, como una losa permanecía vertical.
En un vagón del metro sufrió un intento de robo, pero el ratero ignoraba cual era el sitio a saquear, había tantos que era difícil decidirse.
Cuando llegaba a cualquier sitio, lo primero era desprenderse de su pesadez.
Cualquier cosa se hallaba en su interior. La necesidad de que todo podría ser útil en cualquier momento, le llevó a añadir una bolsa que sumaba más peso, sus paseos se hicieron menos frecuentes.
Pero el día soleado de un día invernal le llevo hasta un parque, enfrente había un colegio. Un niño comenzó a toser busco en uno de sus bolsillos, concretamente y extrajo un caramelo. El pequeño dio las gracias, abrió el papel y chupo el dulce, en pocos segundos la tos desapareció. Pero el conjunto de madres vio la escena y surgieron comentarios sobre que hacía ese personaje dando caramelos a los niños, las alarmas saltaron. Una de las madres llamó a la policía para informar que un extraño hombre daba caramelos a los niños. El mito de los caramelos con droga salio a la palestra.
En unos segundos un coche patrulla llego, las madres señalaban al hombre que se iba. Bloquearon su paso, pidieron su identificación. Al comenzar el cacheo, no sabían por donde empezar, el capo del coche se fue llenando de las más diversas cosas. Del último bolsillo sacaron los malditos caramelos mentolados. Las acusadoras fueron hacía el vehículo, observaban con preocupación tantos objetos sacados. De la bolsa sacaron un bocadillo de sardinas en aceite. No sabían como seguir, pidieron que si querían formular una denuncia era el momento.

jueves, 24 de enero de 2019

LA ALDEA MALDITA 4





Antxon comenta que es la primera vez que habla de ellos con extraños, pero entiende que es una liberación personal.
-Juan te pediría que no publiques nada sobre nosotros, otros vendrían con el morbo de conocernos como una especie rara. El equilibrio se rompería y no sabremos que ocurrirá. Soy el único que vive solo mis padres murieron en un corto espacio de tiempo el año pasado. Yo me iré de aquí, pero tengo que respetar a estas personas que hemos constituido una familia.
-Antxon tengo que respetar el esfuerzo que has hecho por contarme como sois y te prometo que mis apuntes quedaran archivados en mi ordenador, hasta que cambie la situación de la aldea.
  • Te puedes ahorrar el esfuerzo de hablar con los demás, no lo harán, incluso sacaran gestos hostiles para que notes que no eres bienvenido.
Pasada la cena quedaron en verse al día siguiente. Para tener más datos. Abandono la aldea en su viejo coche, como siempre le dejaba con la llave sin echar y la llave en el salpicadero tapada con una sucia bayeta.
Las criticas y discusiones le llegaron a Antxon al día siguiente, le reprobaron y les comento que al mes siguiente abandonaría la aldea, quería dejar los fantasmas del pasado y explicó porqué no se sentía traidor. El camino a la ciudad fue un continuo chaparrón que esquivaba de la mejor forma que sabía.
Las mismas preguntas surgían del por qué había confiado en ese periodista sin conocerle de nada. Juan razonaba su necesidad interior personal. Había tomado esa decisión. Y también la de marcharse a vivir en la ciudad, así como la nueva visita del periodista esa noche.
Nuevos comentarios contrarios. Y les dijo que podían vivir en su casa sin problemas. Algún día volvería a visitarles. Así quedo.

martes, 22 de enero de 2019

LA ALDEA MALDITA 3




La llegada la observo desde una curva, al final de las casas. Con paso presto fue a presentarse según bajaban de la furgoneta. La desconfianza es la norma pero uno de ellos estrecho la mano.
  • Me llamo Juan soy periodista y quería desde hace tiempo conoceros.
  • ¿Para qué?
  • He oído hablar mucho de vosotros, mientras los otros miembros se iban introduciendo en sus casas.
  • Pues ya ves que no tenemos la piel verde, no somos extraños.
  • Eso ya lo he visto, pero cual es el motivo de que os llamen la aldea maldita.
  • Todo se remonta hace dos siglos con un suceso surgido en una iglesia del pueblo vecino, nos excomulgaron y eso significa alejamiento. Contesto Antxon.
  • Si quieres te invito a cenar ven a mi casa, el resto no quiere contacto con extraños, incluso ven mal que ahora este hablando contigo, me reprenderán pero me da igual. Trabajamos en la ciudad, compramos en un supermercado todo lo que nos hace falta, no podemos seguir con el rencor y el odio que esta dentro de nosotros o de nuestros acosadores, nos ven fuera de la sociedad y aunque seamos pocos, nuestro nivel de cohesión es muy grande, salvo la conversación que mantengo contigo.
    Juan iba grabando y anotando en una agenda, se sentía privilegiado de poder tener ese dialogo con uno de ellos.
  • Nuestro espacio se ha mantenido a base de malas caras y hasta algún enfrentamiento físico que evitamos porque se presentarían aquí y lo arrasarían todo. Sabemos que buscan la justificación para llevarlo a cabo.
  • Estas tierras son un pequeño privilegio pero gracias a los muros personales no vienen ni optan por este lugar. Antxón mira hacía abajo, sus fuertes manos se cruzan. Mientras Juan agradece la hospitalidad.

lunes, 21 de enero de 2019

LA ALDEA MALDITA 2




Los miembros de la aldea están reflejados en los registros del ayuntamiento, el correo lo trae el cartero que deposita en el único buzón a la entrada. Su visita es muy esporádica limitándose a los periodos electorales. Una vieja furgoneta es la relación con el pueblo a que pertenecen, y es una frontera no declarada pero que surge desde la zona de desvió a la aldea. La luz eléctrica, es lo que llega del exterior. El agua lo obtienen de un pozo que abastece a las casas aunque también recogen de sus tejados el agua que usan para lavar y asearse. Por tanto cuentan con dos depósitos. Intentaron poner un molino de viento pero el dinero se les acabo y solo esta la torreta con su hélice, cuando consigan el dinero se desengancharan de la red. Cosa que les hará mas autosuficientes.
Todo esto lo ha ido averiguando Juan con las preguntas a los diferentes vecinos, donde nadie sabe nada pero todos tienen un conocimiento de su comarca. Por la mañana van a trabajar a una industria de la capital, los que quedan se ocupan de los trabajos de las casas. Los más jóvenes tienen dieciséis años y dejaron la escuela y echan una mano en las tareas de la comunidad, trabajan en comunidad y pronto necesitaran otra furgoneta para añadir más miembros al mercado laboral. Les gustaría ser suficientes pero no pueden necesitan del dinero. Juan decide alquilar una habitación para poder llegar a conectar con ellos. Pero la historia pesa con mucha fuerza en los dos lados, como si un enfrentamiento se tratase.
Al día siguiente trata de ir a la hora del ocaso cuando vuelven de la ciudad. Lega una hora antes y decide dar un paseo por el bosque. Esta bien conservado por no recibir visitas.

sábado, 19 de enero de 2019

LA ALDEA MALDITA 1




Juan avanzaba en su coche hasta una aldea de las denominadas malditas. Sus antepasados sufrieron persecuciones nunca aclaradas. Pero a pesar de contar un entorno maravilloso nadie se ha atrevido a vivir o invertir en esta comarca.
De hacho el asfalto termina un kilómetro antes de llegar a estas siete casas. Luego baches, casi siempre llenos de agua. Lo que dota de una exuberante vegetación. La aldea se encuentra a los pies de una montaña, tan abrupta como desconocida, bajo una pared vertical se recogen las casas, por el otro lado un profundo rio que figuran como vallas de aislamiento.
Al llegar se encuentra un lugar sin vida, no hay gente fuera, ni humo en las chimeneas, ningún coche, solo el movimiento de las gallinas en un pequeño corral y unas huertas con plásticos, intentan alargar los tiempos de cosecha. El camino rodea la montaña y se mete en una espesura de un bosque de hayas centenarias.
Juan se cuestiona si ha tenido sentido haber hecho tantos kilómetros para no encontrar a nadie.
El ruido del motor había sido motivo de alarma para esconderse dentro de las casas o los recovecos entre las rocas, decenas de ojos siguen los movimientos del extranjero. Juan golpea con los nudillos una de las puertas, pero no recibe respuesta, lo intenta en la siguiente casa y la respuesta es la misma. Tras la llamada a la última casa, vuelve sus pasos hacía el coche y va al próximo pueblo para ir al bar e informarse sobre la aldea maldita, le responden que nadie va allí nunca, es un lugar en que los habitantes son esquivos y ni siquiera compran nada, suelen ir en una furgoneta por alimentos a una ciudad más grande, tres pueblos atrás, pero nadie sabe nada de ellos. Son una incógnita.

jueves, 17 de enero de 2019

LA FIGURA NEGRA




Es difícil saber lo que piensa cada persona, en estos pensamientos iba Juan, dando un paseo. Según las personas que iba encontrando construía una historia. Esta se rompía cuando encontraba a otra u otras, para iniciar una nueva composición. Sin embargo era capaz de construir diferentes situaciones, tantas como personas se cruzaba. Algunas no llegaban al minuto pero otras era capaz de describir un relato, al que iba añadiendo las personas que habían pasado junto a él.
Pero fue un hombre vestido de negro, muy delgado y alto el que hizo que se volviera dos veces para recordar más detalles del personaje. Su alargada sombra, coincidiendo con el crepúsculo aumentaba su morbo relatador. Al pasar junto a un banco se paro para escribir los detalles mientras los pasos se iban alejando. Cuando volvió a levantar los ojos la figura ya no estaba. Lo cual le dio pie para más elucubraciones.
Recordó su pensamiento primario, para comparar su ejercicio diario de composición y llego a la conclusión que cada persona tiene unos filtros y con ellos llega a situación personal de la persona con la que se cruza. Pero no quiere renunciar a su ejercicio de composición aun a riesgo de equivocarse si o si.
Su paseo llega a su fin pero estando abriendo la puerta del portal de su casa, una mano golpea su hombro para fijar su atención. Como un resorte volvió su cuerpo para encontrar a un antiguo vecino de otra casa donde antes había vivido. Todas las historias desaparecieron, se fundieron en un abrazo del recuerdo.
El sol había desaparecido para dejar paso a la luz de las farolas.
Se despidieron, Juan comenzó a tejer una nueva historia, para incorporar a la figura negra encontrada en su paseo tardío, su ex vecino también llevaba un abrigo negro.

miércoles, 16 de enero de 2019

LA DECISIÓN




Junto al olvidado canal un camino de arena marca las diferencias con la vegetación, lugar de paseos de caminantes pero no de vecinos. Con el recuerdo de lo que fue, se olvidaron de él, ya no produce nada más que las visitas de turistas, despistados. La agricultura obtiene su preciado liquido del rio paralelo.
Construcciones olvidadas y hasta una vía de tren cercana parecen indicar caminos que apenas se siguen. Una mujer mayor de absoluto negro porta en su mano derecha un ramo de flores silvestres, con  destino a la tumba de su marido en el cercano cementerio, cada lunes repite el mismo camino, cuando no hay flores recoge hierbas aromáticas que pone en su jarrón azul, el color preferido del difunto. No quiere dejar la tradición ni siquiera ir a la ciudad donde viven sus hijos. Las vivencias vividas no pueden ser eclipsadas por otra vida.
Juana a elegido. Una chica ayuda en las tareas de casa tres veces en semana, varia sus opciones monocordes de comida, pero alguna discusión cae sobre Jimena sobre la elaboración de las mismas.
Junto al aparador hay una fotografía de su Julián, pero no esta junto a ella, sino como el ser que domina la vida. Como el canal encorsetado en un caz olvidado.
Junto a la calefacción y encima de la televisión estando sobre todas las cosas.
Tras el paseo se sienta en su butaca, agotada y con la sensación de dejarse ir, suspira y su mirada se eleva a su Julián, como ella le llama. Le esta pidiendo permiso para reunirse con él, ella sabe que está allí con ella. No tiene ganas de levantarse para calentar la comida preparada. Cruza sus manos sobre el vientre, retirado las lentes de pasta. Los sucios cristales no reflejan los rayos de luz tardíos.

martes, 15 de enero de 2019

LA CONVALECENCIA




Cuando se levanto su objetivo era vencer un nuevo día, con la esperanza que el paso de tiempo cicatrizara sus heridas, los movimientos estaban limitados pero era capaz de ir al servicio solo. Su hermana le preparaba la comida y le ayudaba en su aseo diario.
Desde el accidente una cama había sido su lugar común. Las heridas eran curadas por una enfermera que venia a domicilio.
Tenía tiempo para pensar, pero era curioso como una somnolencia le visitaba de cuando en cuando y era un motivo de desconexión a esa cabeza viajera.
Veinte días pasaron más deprisa de lo previsto. Juan tenía que ir al especialista en el hospital. Unas muletas, prestadas, fueron su ayuda en los pasos cortos y dubitativos hasta el taxi. Los pequeños baches eran motivo de contracción de los músculos de la cara. El descenso fue más de lo mismo pero una silla de ruedas fue el alivio a sus movimientos.
Los números en una pantalla indicaban el orden y daba idea lo que le faltaba para entrar.
Una cara sonriente le dio la bienvenida y calmo las incertidumbres de Juan. Este doctor le había atendido el día del accidente y recordaba en el estado que llego. Las palabras de la evolución obtenida le daba esperanzas para vencer la situación. La exploración fue rápida conforme al tiempo establecido por paciente.
Durante este periodo Juan comprendió a tomar las cosas de otra manera, había sido un dependiente para casi todo. Se lleno de agradecimiento a quien había facilitado su tiempo, desde su hermana hasta este taxista que le había llevado hasta allí. Pensó como el tiempo jugaba en perjuicio de unas situaciones como la oxidación de los metales y otras cicatrizaba heridas aun siendo profundas. Respiro el aire del exterior de otra manera diferente al pasado.

domingo, 13 de enero de 2019

EL OBJETIVO COMÚN




Se juntaron un grupo, su objetivo son causas por las que creen. Sin saber como las ideas empezaron a surgir, a pesar de las diferencias personales, hay una meta común y cada uno aportara su experiencia en un camino, sin perder de vista cual es el destino. Se puede criticar como la opción menos adecuada, visto desde fuera, pero cada persona tiene una forma de entender, siempre con la vista en el horizonte y concretamente en un punto consensuado común.
La riqueza se generalizo por la variedad de sus componentes y sus habilidades personales; cada uno elige su camino para estar cómodo en él, la experiencia les ha llevado para desarrollarse en uno diferente.
Cada uno explico su manera de hacer para llegar al común. Había criterios diferentes pero por encima de todo estaba el resultado y ese se lograría con la experiencia de cada miembro recogida en un documento global.
Fijaron unos plazos par no dilatar mucho los resultados y comenzó el camino.
La impresión que se llevaron fue tan buena que podría saltarse cualquier diferencia, que por supuesto estaba. Pero fueron capaces de limar las asperezas para consensuar la llegada.
La salida fue por la puerta que habían entrado, la diferencia era ostensible y hasta los caminos eran diferentes pero todos fijaron la brújula en un sitio y sería el destino de ellos en esta labor consensuada. Sabían de sus diferencias pero ello les dotaba de más valor. Según se alejaban comprendían que no era lo único en la vida pero sabrían encontrar el tiempo para desarrollar el camino. Todo fue más fácil que la entrada donde los mares de dudas.  Parecía maravilloso pero uno de los componentes les cito a una nueva reunión, el cáncer había aparecido. Las disensiones surgieron y solo había pasado un solo día.

jueves, 10 de enero de 2019

LA HOJA AGUJEREADA




Juan avanzaba por la calle y como un coche que se atraviesa su camino, de la misma forma, le llego un pensamiento a su cabeza. Igual que un impacto físico, su expresión se lleno de un sentimiento de dolor. Ceso sus pasos y hasta llevo sus manos a su vientre, queriendo tapar una herida no abierta.
El miedo empezó a inocular las células de su cuerpo. Poco a poco fue recobrando la verticalidad pero su cara seguía siendo un reflejo de su estado anímico. Como una noticia inesperada paralizo su paseo. Tenía que encontrar una cafetería para encontrar un servicio, tarea no muy difícil, pidió una manzanilla y busco el cartel de servicios.
Sintió una evacuación liquida, que en nada aliviaba su estado, pero si bajo la presión de su vientre. En la barra del bar una taza y una tetera le esperaban junto a una silla. Vertió la infusión y acomodo sus manos en busca del calor perdido.
Todo se había desarrollado con mucha rapidez. Juan paso de un estado de shock a otro de aturdimiento donde los razonamientos no tienen cabida.
Quería salir de allí pero ¿en busca de que?
El color pálido destacaba frente al negro de su jersey. El cerebro comenzó a buscar razonamientos ante la situación montada.
Un viento desalojaba las últimas hojas de los árboles, una de ellas cayo en su mano, como una carta la observo, estaba llena de agujeros pero se veían los nervios de la hoja, como lineas de una carta. Era una de las últimas supervivientes y creyó entender algo. Sus facciones cambiaron y hasta una sonrisa apareció en su rostro. Su intestino volvió a su ser, recobro su postura normal erecta. El viento sonroso su fría cara. La mano se plegó notando como la hoja crujía perdiendo su forma.

jueves, 3 de enero de 2019

SORTEANDO ENSERES






Sintió la caricia de sus dedos sobre su espalda como si de un cuchillo se trataba. Busco con su mirada una reprobación. Su marido, no pudo sostener los ojos. Bajo la mano y dejó la habitación. Cuando se ponía nervioso sus actos eran muy rápidos, Manuel actuó, una vez más de la misma manera.
Isabel vistió una camiseta y también dejó la sala.
La palabra adiós quedo en sus labios para salir por la puerta principal. El trabajo esperaba la llegada de Isabel. La puerta tuvo un estruendo mayor de lo normal.
Prolongo lo que pudo su estancia en la oficina, hasta que el último compañero abandono su ubicación.
La noche había caído y vuelta a su casa. Manuel apuraría su cerveza mientras veía cualquier programa de la televisión. Isabel paso fugaz por el salón.
-Por lo menos se dice: “Hola”. Dijo Manuel.
-Se dice cuando se siente. No es mi caso. Respondió Isabel.
El vaso subió a los labios para apurar la cerveza.
-Estoy harto de ti. Grito Manuel.
Es mutuo, elevo también su tono.
Manuel levanto su torpe cuerpo y lanzo el vaso. Sus reflejos y su grasa impidieron ser preciso. El ruido de cristales rotos. Isabel cogió su bolso y salió a la calle, necesitaba serenarse y su cónyuge actuara de igual manera. Al menos así pensaba, pero luego debía volver a casa y esperar cualquier cosa. En esta ciudad se encontraba sola, no tenían amigos ni familia a la que acudir.
Paseo y paseo por la ciudad desierta hasta que cansada, volvió a enfrentarse a la carne con ojos, que representaba su marido. Al abrir la puerta el panorama era desolador, estanterías volcadas, armarios vaciados y el silencio del hogar.
Destellos azules, precedieron a la llamada de la puerta. Isabel abrió azarada, mientras sorteaba enseres caídos.