Comprobaron
como el grupo llegaba a las treinta personas, dependientes de
conseguir el dinero que les faltaba para llegar al destino ansiado.
Los comentarios fueron similares a los suyos, Ahmed les había robado
y luego les exigia trabajar para él. El ofrecimiento era mover
hachís a las planeadoras que recalaban en España. Los movimientos
tenían que ser rápidos para no despertar sospechas, aunque todo el
mundo sabía la actividad de Ahmed. Se le tenía un gran respeto pues
su patrimonio había seguido a un gran ritmo. Su objetivo era entrar
en el mundo soñado por tantos adolescentes que salían de su estado
para envejecer en muy poco tiempo. Les comentaron el uso de las armas
automáticas a la menor vacilación por medio de su escolta. La vida
de cualquiera de ellos no tenía valor, lo aprendieron pronto al ver
morir a compañeros que se habían negado a realizar cualquier
trabajo.
Mohamed
descubrió la esclavitud cuando sus sueños de progreso se habían
esfumado.
Uno
de sus robos les dio unas zapatillas varios números superiores a los
suyos, pero suficientes para notar las pequeñas piedras encontradas
en cualquier sitio. Obtenidas de gente más mayor con igual
pretensiones que las suyas.
Los
cinco fueron formando una piña que estaba por encima de las misiones
encomendadas, sabían que no se podían negar a nada, pero el
espíritu de protección se anido en ellos, tenían que cuidarse
entre ellos.
Tras
dos meses realizando trabajos, Ahmed les llamo para proponerlos la
ida en una barca el domingo. Las ilusiones volvieron a surgir. Solo
tendrían que aguantar cuatro días más.
El
domingo amaneció con nubes grises y a primeras luces llegaron a la
playa en busca de la nave. Una balsa neumática de juguete con un
motor y dos remos era todo lo que se les ofrecía.