miércoles, 14 de septiembre de 2016

ANALOGÍA CON LOS BARCOS

La vida se puede comparar con un barco. El mar siempre es el mismo pero las situaciones o inclemencias temporales, son diferentes. Desde el mar calmado, donde apenas se levantan olas a marejadas que pueden llevar al hundimiento o muerte. Nosotros vamos preparando a nuestro barco, con pintura, arreglando motores, o dejarlo que aguante lo que pueda, con lo cual la navegación se va convirtiendo en problemática y a veces, necesitar ser remolcado hasta el puerto donde hacer los arreglos básicos.
Dependiendo como nos tratemos el barco será un calvario o un agradable pasaje. El tiempo atmosférico, es secundario. Nuestro barco aguantara hasta que un día ya no pueda, rompiéndose entre las saladas aguas.
Los cuidados y el mantenimiento del mismo están a nuestro cargo y por tanto somos responsables de su comportamiento en la vida o en el mar.
La analogía con la el transporte vale ver que si no nos cuidamos el barco, puede ser un casarón de nuez en medio de las aguas, nuestro cuerpo es lo más maravilloso que tenemos, sino lo sentimos así. Vamos dejándole que vaya en punto muerto, donde las corrientes te transporten, si surge la novedad pero habremos perdido la decisión de lo que queremos y el destino elegido.
Las inclemencias temporales nos dan un grado de reflexión, que sino sabemos aprender, repetiremos las mismas en más ocasiones, hasta que aprobemos el examen.
El mar puede ser un lugar donde se acumulan muchos miedos, pero también es nuestra oportunidad de sacar una excelente nota y darnos la seguridad que, a veces, tanto añoramos.
Al soltar las amarras que te sujetan a la seguridad del puerto, es cuando se produce nuestra verdadera navegación, lo otro solo han sido juegos. Cada día volvemos al puerto, vamos a nuestro lugar de atraque. Nuestra casa.

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