MONOLOGO

 

Cada día Juan sale a realizar su función cómica de un monólogo. Ha sido contratado durante cuatro semanas. Hoy comienza la última de ellas.

 

Suele interactuar, con el público, esto le da mucho juego y le permite salirse del guion, muchas veces. Al ser lunes viene de un descanso de dos días: pero este fin de semana han ocurrido distintas cosas unidas a una desazón, la preocupación, la tensión, le ha generado un gran cansancio reflejado en su cara.  No puede anular la función las entradas están vendidas.

 

Una gran angustia invade su cuerpo, le abruma el público, con quien nunca ha tenido problema. Desconecta su teléfono móvil e inicia un paseo, las piernas no invitan, pero tiene que salir del bucle. Cansado de hablar para los demás y no encuentra dialogo para consigo mismo. El humo exhalado de un cigarrillo, forma la misma nube que encuentra en su interior, vuelve la cabeza en busca de un aire no viciado, es igual, a su cabeza está bullendo.

 

Adolescentes corriendo se topan con él. Por fin sale de su círculo cerrado. les increpa con aspavientos. A cuatrocientos metros el local de actuación, corros de personas frente a la entrada. Saluda a los empleados y abre la puerta hacia el camerino, se mira en el espejo y comienza su diálogo consigo mismo. Una música es la antesala de su espectáculo. Todo le parece nuevo, una nueva realidad se ha instalado en su vida, tan diferente o igual que representa en el escenario. Comienza su dialogo interior. Mientras una señal acústica le indica que en dos minutos comienza su actuación. Nada más salir un hombre en voz en alto le dice una frase. Su respuesta es, hoy empezamos

LOS ODIADORES

 

Hay una manera de actuar en las redes sociales y es el odiador.  Consiste en el anonimato que te da Internet. Puedes decir cualquier cosa sobre cualquier tema. Esto da un poder personal muy amplio, compartes tu opinión en negativo o positivo en las redes y pareces un juez, que indicas lo que está bien o lo que este mal. Con la ventaja que te lee mucha gente. Eliminas tu posición en la sociedad, pasas de ser el simple ciudadano a alguien que tiene fuerza y te sientes leído, tu opinión es importante.

Muchas veces, nos sentimos muy pequeños, si vaciamos nuestra rabia y rencor sobre algo, alguien o alguna cosa, nos salimos de esa realidad común, nos dotamos de una fuera que creíamos no tener.

Si vamos a un Karaoke nosotros expresamos como cantamos, nos mostramos a un mundo que nos ningunea, pero en un local son pocas personas los que nos escuchan. Si nos metemos en la Red la cosa es diferente, ya son muchas personas las que nos leen cogemos el dominio, nuestra autoestima sube, aunque sea a costa de otros. ­-Qué más da, que me importa los demás. En esta vida lo importante soy yo, los otros son simples acompañantes-

Cuando se reúnen una serie de comentarios en esa misma dirección, quien lee, se alinea en este mismo sentido, pudiendo destruir la labor, la tarea del o los creadores del espacio o producto ofrecido. Ve como se desmorona toda la ilusión y trabajo desarrollado. Parece si fuera un castillo de naipes como si se desmoronara, por los comentarios de uno o varios que sin ningún esfuerzo pueden ver caer el cariño puesto en lo ofrecido.

Los odiadores, llevan una gran cantidad de resentimiento y frustración en sus propias vidas que combaten expulsando heces hacía los demás.

CITA PREVIA

 

Las 12 es la hora de citación, el mostrador aparece vacío. Juan evita la hora en su reloj que coincide con el de la pared Para que fijan una cita si luego no la cumplen, es su pensamiento. Mueve la pierna y comienza su baile de movimientos involuntarios. No hay nadie a quien dirigirse. Solo el vigilante de seguridad de la entrada. Hacía allí se dirige, sabe dónde están los funcionarios”, Ah están dentro celebrando el cumpleaños de una compañera, es la respuesta. En horario de atención al público… comenta Juan. El guarda arquea los ojos y mira hacia el suelo.

 

¿Puedo pasar al interior? Eso está prohibido es la rápida frase. Mientras van entrando nuevas personas. Juan les va explicando la situación. Hasta que una mujer grita “Nos pueden atender” El silencio velado no da resultado. A las doce y media nuevas personas se unen a la cola, el murmullo se vuelve gritos. El guarda pide silencio sino tendrá que llamar a la policía. Eso, llámala para que felicitemos al del cumpleaños. A los diez minutos dos policías llaman a la puerta, que ocurre aquí, preguntan. Estos señores están dando voces. Juan se hace portavoz y explica la situación. Un agente llama a la puerta, pero nadie responde. Vuelve a hacerlo y al no tener respuesta, gira el manillar. Allí no había nadie. A los quince minutos entran tres personas bastante alegres, en cuanto ven a la policía las caras se disipan. explican que era su tiempo de desayuno y que salieron juntos. Solo han sido veinte minutos. Juan pregunta si todos pueden abandonar su puesto de trabajo. El vigilante se siente culpable por haber desvelado el secreto. El teléfono móvil busca poner una reclamación. Nunca un cumpleaños salió tan mal y el apercibimiento estaba muy cerca. Demasiado próximo.