Juan abandonó un sobre, dentro plegó tres folios. Sin remitente ni destinatario la dejó sobre un banco del parque. Sentado en un banco cercano para ver el comportamiento de la gente ante el objeto abandonado.
En el fondo, la curiosidad de las personas es el motivo de su experimento.
Es lunes luce el sol en el espacio otoñal.
Todo el mundo tiene prisa pero la curiosidad siempre es mayor, según observo Juan. . Tomo apuntes sobre las personas que por allí pasan.
Por fin una persona pasa y de reojo vio el sobre. Pasa unos pasos y tras mirar alrededor vuelve por él. Directamente lo mete en el bolsillo mientras observa hacía testigos, invisibles. De igual manera que ha llegado desapareció.
Juan coloca un nuevo sobre, hasta diez tenía.
Nueva espera y una anciana paseaba con su perro, el sobre no pasó desapercibido. Miradas a todos lados y se sienta para abrirlo. Con parsimonia desplegará los folios en blanco. Vuelva a meterlos en su envoltorio y dejarlo en el mismo banco.
Otro anciano descubre el olvido y procede como su predecesora, la desconfianza en su cara y vislumbrar su entorno para ver que puede haber dentro, quizás un fajo de billetes. Pero según descubre el interior piensa en la tomadura de pelo. Lo arroja al suelo pisándolo, rotura de sueños.
Juan sale de su observatorio y cambia el sobre para ver nuevas reacciones. Un niño de la mano de su abuelo es el siguiente, sin testigos, metiendo en el bolsillo. Aunque el niño pregunto sobre él, decide marchar, la curiosidad es más fuerte y descubrió las páginas en blanco. La papelera es el nuevo destino.
Las respuestas son muy parecidas, el deseo de descubrir sobre los deseos de ser impresionado son mayores pero la albura es la respuesta.
