domingo, 27 de octubre de 2019

NO PUEDO DECIR LO MISMO



La cita se organizo un mes antes, el padre de Julio pasaría por Madrid, durante un día pues tenía que resolver unos papeles con su abogado.
Julio había sufrido la separación de sus padres como un drama, alentado por los reproches de su madre sobre el padre huidor con una pelandusca.
Habían quedado en la estación de autobuses.
Han pasado dos años pero se ha echado mucha tierra encima, sin apenas llamadas telefónicas.
Julio descubre la llegada del autobús por las llamadas de megafonía, tiene trece años. Su madre le ha acercado hasta allí y le espera en una cafetería.
Julio ha crecido en dos años y un lecho de rencor en su mirada.
-Podias haber llegado en tren hubieras tardado menos.
-Cierto pero el billete es más caro, no puedo permitirmelo. Confiesa Luis.
-Mañana tengo examen y me has partido la tarde. No ha habido ni saludo ni beso ritual. El muro se ha abierto en un frontón.
-Cada vez haces menos por tu hijo, sin a penas mirarle.
-Desde que me separe de tu madre las cosas han ido a peor.
-Pues ya sabes quien es el culpable.
Las palabras sonaban a rencor.
-Cuando tengas dieciocho años hablaremos del porqué.
-Me estás llamando niño.
-Ahora no entenderías muchas cosas.
-Eso lo dices tú.
-Si claro yo tengo una forma de ver la vida, diferente a la tuya.
-Quieres tomar un refresco.
-Por supuesto que no quiero desequilibrar tu dinero.
-Nos sentamos en aquel banco.
-Ya te he dicho que tengo prisa.
-Me ha alegrado hablar contigo y verte.
-No puedo decir lo mismo.
Julio se levanto sin despedirse, con las manos encerradas en puño metidas en la cazadora. Luis se levanto como el perdedor de la película, donde su papel había sido secundario, en su cara esbozo rabia.