martes, 9 de enero de 2018

UN MAL DESCANSO




Juan sale de su casa, como cada mañana, para ir a la parada del autobús, ya tiene la hora, aproximada, de la llegada del mismo. Le ahorra el kilómetro y medio de paseo. Es temprano y hace frio. El vapor de agua sale de su boca como una pequeña nube que trata de unirse al blanco del roció. Hoy parece hacerse unido más jóvenes estudiantes que siempre hablan alto, con esa necesidad de hacer saber, que se encuentran allí y son importantes. Intentan discutir por todo en un afán de posicionarse. Esto alivia el letargo de los pasajeros habituales. Produciendo giros de cuello hacia los actores. La obra termina cinco paradas después. Con su ruidosa salida se vuelve a la realidad, relativa.
Toma su bolsa de comida y baja en la siguiente parada. Tiene asegurado su trabajo pues aprobó las oposiciones de funcionario.
Tiene una media hora para comer allí y luego un par de horas más e intentar hacer sus labores de casa o sociales. Algún tiempo para hacer algo de deporte.
La noche no ha sido buena, se ha despertado varias veces para tardar en encontrar el sueño y cuando creía haberle encontrado el despertador indico un cambio de posición.
Al entrar en la oficina, se restriega las manos en busca del calor abandonado en las sabanas.
Esta en un puesto de atención al público, que no le gusta nada. Hoy no está para aguantar muchas tonterías. Por ello saca su programa automático de respuestas secas e intentar que pase el día. Sus compañeros saben de las rarezas de cada uno y simplemente dejan a cada uno con sus formas. Pero hoy, Juan decide chillar, por no entender las instrucciones que esta dando a una mujer. Y si uno grita, él otro más. Todas las miradas fijas allí.

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