viernes, 19 de enero de 2018

LA NIEBLA



Comprueba que en la mochila lleva lo necesario para usar este día.
No quiere que nada falte, pero tampoco llevar más peso del necesario. Juan, sabe lo que es llevar un armario a la espalda y eso le hace reflexionar.
Ha elegido las cosas necesarias, las de por si acaso, las olvida.
Toma el autobús, donde parece, otros han tenido la misma elección, pequeños grupos se reúnen para dejar los bultos en la bodega del transporte. Subida por el asiento asignado por el billete y a dar una cabezada, para compensar la madrugada de cada día en la semana.
Los continuos frenazos, por semáforos o maniobras de otros vehículos, impiden que se lleve a cabo. La mayoría observa a través de la gran pantalla, mientras surgen comentarios que se aúnan, en un sentir general.
Tras una hora llegan al destino. Todos quieren salir pronto, como si trajeran la prisa de cada día.
El maletero se abre, accionado desde el interior. No terminan de sacar sus pertenencias una nube blanca, muy espesa. Rodea las calles del municipio.. Ahora la búsqueda va hacía encontrar un bar, donde desayunar.
Nuevamente todos quieren ser primeros, aunque tardaran en que la niebla se disipe. De nada vale todo aceleración pues el tiempo no tiene cronometro.
Subir con la misma significa perdida segura, así comenta el camarero, existen muchos senderos. Pero el sentir general es salir, no han venido hasta aquí par estar en un bar.
Juan toma su mochila y va hacía la parte inferior del pueblo y toma un camino hacía otro pueblo de la falda de la montaña. Según desciende la niebla se va disipando. Juan no necesita ascender, por ser el destino más preciado. Un bosquecillo de hayas, conduce hacía un paraje muy hermoso. Vuelve la cabeza y ve la niebla pegada.

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