martes, 16 de enero de 2018

LA CORTINA TUPIDA







Curiosamente, disponemos de cinco sentidos pero uno, tiene supremacía sobre el resto, me refiero a la vista.
Juan, sin embargo, da prioridad al oído. Ha tenido problemas visuales y no es ciego pero, su audición ha sido su fuente de referencia.
Todo ocurrió hace quince años donde unos problemas familiares, desencadenaron un problema visual. Por lo menos fue en esa época. La medicina lo achaco a un virus que ataco los nervios ópticos. A partir de entonces Juan fue perdiendo capacidad visual y una tomá de medicamentos comenzó a llenar su cuerpo.
Lo primero que hizo Juan, fue comprar un bastón blanco, tenía pánico a caerse, sus pasos fueron más cortos y dubitativos. Coincidió con sus diecisiete años, lo cual trunco su juventud.
Tuvo que aprender braile para poder leer, hasta que los libros se tradujeron a audilibros. Se hizo más dependiente de su familia y las salidas se redujeron.
Algunos amigos se esforzaban en sacarle de casa e ir a tomar algo con ellos, pero fue siendo una carga por su carácter arisco y poco agradecido.
Por obligación sale a pasear a la calle, siempre acompañado y cuando vuelve se refugia en la música o se abstrae.
Un día apareció una amiga que conoció hace veinte años y fue a saludarle, tras enterarse de su estado. Le invito a salir de casa y dar un paseo. Hablaron de recuerdos pero siempre la cortina negra aparecía en sus palabras. Ana se lo marco como ese estado que trasmitía y la negativa para seguir anidado en ese sentimiento le llevaba al estado actual.
Ana se compromete a ayudarle para lograr ese objetivo. Algo cambia en Juan que le lleva una sonrisa a la boca y comienza a entrar un poco de más luz a sus apagados ojos. Un suspiro anuncia cambios.

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