viernes, 26 de enero de 2018

EL SUBVIVIENTE




Juan ha elegido una alcantarilla donde fijar su residencia. El invierno es frio y no ha conseguido encontrar otro sitio, le da privacidad y un cierto calor que no tiene en la superficie. Tiene la suerte de ser independiente. Una palanca para abrir la tapa que esconde entre unos matojos y unos hierros en forma de “U” son los escalones que preceden a un espacio de dos metros cuadrados, realizados para otro enganche que no se produjo. El agua pasa tres metros más abajo. Esta localizado en una urbanización que no se llego a construir por ello goza de esa cierta intimidad de pasar desapercibido. Un saco de dormir y ropa apilada, sirve de almohada. Unas velas le dotan de luz, en los momentos que esta en el interior. El silencio quebrado por avenidas de agua sucia,alternantes, dependiendo de las lluvias caídas.
Juan cerro su órgano olfativo. No tiene miedo por encontrarse bajo tierra. Se ha adaptado muy bien y solo vuelve a última hora del día.
Por la mañana unos pequeños rayos de luz entran entre los orificios de la tapa.
Juan se levanta y va a una fuente cercana y se lava, de cualquier bolsa saca el desayuno y come en un banco cercano. Sale en busca de su sustento diario pidiendo a transeúntes o gente que poseen alguna tienda.
Hoy se detiene frente al espejo que tiene una tienda, observa sus ropas, tantas veces usadas. Pero al fijarse en su cabeza, ve su cabello lacio, su boca mellada pero se fija en sus ojos, les ve mas pequeños y la mirada le recuerda, es horrible, como puede ser. Se frota y una vez los ojos pero descubriendo ver los de un roedor, en efecto está visualizando: a una rata, como las pasajeras por debajo todos los días.

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