lunes, 29 de enero de 2018

INCONSCIENTE






Como una prenda de vestir, el miedo es el acompañante de Juan. Un pesado abrigo que le acompaña a todos los lados, incluido el verano.
Mirada a un lado de la calle, a otro y encuentra a su compañero. Ha aprendido a vivir con él. Lo acepta, pero no deja de sentir un agobio y a la vez angustia, con su ataque de pánico, en varias ocasiones, ocurrido.
Juan se ve minusvalido, lo cual coarta muchas de sus acciones, ni siquiera intenta llevar a cabo, algo nuevo.
El cuerpo de Juan ha ido reflejando todos estos sentimientos, se va encorvando y sus ojos reducen su espacio, con el efecto de centrar el foco visual.
No cambia de empleo por el miedo a perder y por conocer que le depara el nuevo sitio.
Camino de su trabajo cruza el semáforo, aún a pesar de estar la luz verde, asegura el total detenimiento de los vehículos. Es entonces cuando atraviesa la calle. Pasa delante de una floristería pero su mirada no puede detenerse ante las plantas y flores expuestas. Un chico en bicicleta transita por la acera, saltan las alarmas. Juan recibe cualquier estimulo como una posible agresión, desde que sale de la cama, la vida le ofrece un panorama lleno de riesgos. Un camionero detiene su pequeño camión de reparto y abre la caja para sacar una carretilla donde transportar una lavadora. La mente de Juan localiza un posible atropello, y este no se produce por centímetros. De nuevo su mente acierta. Palpitaciones y un calor corporal producidos por la tensión interior.
Un agudo pinchazo en la zona cardíaca. Va perdiendo su posición vertical y cae en la acera. Su abrigo no ha amortiguado el impacto y un hilo de sangre sale de su ceja. La respiración no es suficiente. Inconsciente.

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