jueves, 18 de enero de 2018

EL HORMIGA




A Juan siempre le han llamado “el hormiga”. Es un mote que le ha perseguido toda su vida. Comenzó con su fijación por la contemplación de las hormigas, él era un chico bajito. Tal interés le llevaba a buscar en las enciclopedias, de la biblioteca y también algún libro sobre la vida de estos insectos. Hasta destrozaba los hormigueros para ver los distintos habitáculos para contemplar los diferentes habitáculos y poder diferenciar los diversos géneros que allí habitaban.
Todo su tiempo libre iba al mundo de los himenópteros. A penas jugaba con los compañeros de colegio o del barrio. Les llevaba alimento en torno a la boca del hormiguero y diferentes pajizas, con las establecían las camas de las estancias.
Sus padres observaban la inquietud de su hijo pero no le molestaban por el gran interés que demostraba. Realizaba dibujos y se entusiasmaba cuando descubría otra especie a las conocidas por él.
A la pregunta de que quería ser de mayor la respuesta era clara Entomologo. Su pasión se fue yendo a la comprensión de otros insectos. Como las abejas, gracias a un vecino que tiene colmenas y sabía del interés del chaval. Le llevo a ver sus colmenas y explicarle, los diferentes secretos que significaba tener un ganado para su aprovechamiento.
Juan es como una esponja, se iba quedando con todas las cosas que se contaban de ellas y buscaba el paralelismo entre ambos géneros.
Convenció a su familia para comprarle una colmena y los utensilios necesarios.
Cada sábado, iba con su vecino Antonio y se sentía el chico más feliz. Su destreza y cariño en todos sus actos era tal que parecía ejercitar un ritual.
Claro estó le apartaba de los chicos de su edad y era motivo de mofá, pero el seguía en su mundo, insectívoro solamente.

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