martes, 30 de enero de 2018

EL DECESO






Juan cuando sale de casa sabe donde va. No le gusta improvisar. Mientras hay personas que salen a dar un paseo, sin rumbo fijo. Ël planifica donde va y el tiempo que ocupara esa acción, por supuesto que falla la mayoría de las veces porque los avatares diarios así lo gestionan.
Pero Juan se aferra a su manera de ser, piensa que sino lo hace de esta manera, deja de ser él mismo.
Esta tarde, cuando va ha hacer la compra, le suena el teléfono y le informa de un deceso de un compañero. La noticia de una una muerte de alguien cercano descoloca a cualquiera pero lo vive de una manera más intensa, acaban de descolocar sus planes. Termina las compras y va hacía el tanatorio. Según va camino ve a un grupo de chicos que cantan a voz en grito en torno a un banco de un parque. Le parece una desfachatez el hecho de cantar mientras otras personas están muriendo. Sus pensamientos se vuelven irracionales.
Entra en el edificio y busca la sala donde estará la familia de su compañero. Primera planta sala once, es la respuesta del informador.
La sala esta vaciá, vuelve a consultar y le indica que llegara en una media hora. Tomá asiento y dirige la vista hacía ninguna parte.
Consulta el reloj y pasa una hora. Nadie aparece allí. Nueva vuelta al mostrador de información. Otra persona atiende ahora, da el nombre y busca en el ordenador y contesta: sala once, segundo piso. Una queja por la mala información recibida y toma el ascensor. Al salir por la derecha encuentra a compañeros que se van informando de lo que saben.
Da el pésame a su mujer y a los dos hijos, sale del edificio. Se topa con su jefe aplazando la salida.

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