Juan
va saludando a toda persona que se encuentra por la calle.
Normalmente no recibe respuesta, salvo un ligero levantamiento de
cabeza, pero sin salir palabras o solo llegar a su cuello.
No
importa Juan tiene el pensamiento de hacer lo que cree normal.
Algunos
que coinciden con su salida de casa, le llaman “el pesado de los
buenos días”. Pero sin embargo, logra hacer un cambio con todas
las personas encontradas, las saca de su situación de punto muerto y
las hace pensar, da lo mismo si es para bien o mal, hay un cambio.
Juan
es consciente de ello y por tanto así sigue su acción. Crea un
cambio a su alrededor, de diferentes salidas, no siempre obtiene una
respuesta clara, pero esa ambigüedad es valida para el entorno, por
tanto para él mismo.
La
formula se repite a lo largo del día, solo variando el día, por la
tarde o noche.
Esa
ruptura de la monotonía general, es rota por su comportamiento pues
además introduce una sonrisa. La catarsis se produce siempre. Pues
no llega a dejar indiferente a las personas saludadas. Recogiendo
nuevas sonrisas o sonidos guturales de pose.
Juan
decidió esta forma de ser desde cuando se convenció que el futuro
del mundo está en las manos de cada persona que compone el mismo. A
partir de ese momento lleva haciendo ese compromiso consigo mismo.
Por supuesto que elude las respuestas de las otras personas, unos lo
harán de una manera y otros de otra, pero sabe que lo más
importante es lo que cree y, ademas, no hace daño a nadie. Solo
enciende una pequeña bombilla donde cada vez, el panorama es más
oscuro.
Juan
sigue poniendo semillas, sabe que solo un ocho por ciento,
germinaran. Pero lo importante es hacerlo uno mismo solamente.
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