miércoles, 29 de noviembre de 2017

LA SOLEDAD DE LUISA





En el bloque de vecinos vive una mujer sola, tiene setenta años y apenas tiene visitas, tiene la suerte de valerse por si misma. Desde hace diez años su única compañía es la televisión. Por las mañanas sale a comprar lo que necesita para ese día y se pasa en casa el resto del día.
Los días de frío apenas sale y pide por teléfono en la tienda de siempre, lo que le hace falta. Su delgadez va en aumento, repite mucho las comidas y no sabe combinarlas.
La memoria le falla a veces, lo cual agrava su estado.
Con la pequeña pensión que posee, llega a estirarla como si fuera un chicle, esta realidad no la a perdido. A penas baja a visitar a su medico.
Aurora es otra vecina que trabaja desde casa y un día pregunto en la tienda sobre ella, la informaron de su soledad, pero su sonrisa en la boca.
Un día fue a llamar a su puerta, se identifico como vecina, nueva. Y le pregunto por la manera de vivir suya. La hizo entrar en casa y un tufo de olor nauseabundo la tira para atrás. Aurora, la pide si la deja ayudarla. La cara de Luisa se ilumina y la dice que claro.
La primera operación es abrir las ventanas. En la cocina se acumulan platos y vasos. Toma el estropajo, por llamarle de alguna manera y comienza la limpia. Luego la dice que irán a comer al centro de la tercera edad. La respuesta de Luisa es que ya tenia comida. Al abrir el frigorífico el páramo fue desolador. Comida con moho en un plato y ausencia de todo, es el panorama.
Mientras limpiaba iban hablando. Fueron a comer, después volvieron a casa. Se sentó en su butaca y cerro los ojos.

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