miércoles, 22 de noviembre de 2017

EL CAMARERO SONRIENTE





Juan es, lo mejor que puede tener un camarero, una buena sonrisa y una buena intención de colaborar con los clientes. Es el primero en atender, pues se dedica a las bebidas. Asesora en cuanto que elegir para acompañar a la comida. Es una de las primeras impresiones que reciben los comensales al llegar al lugar de comidas. Su buen trato hace ganar comensales y se preocupa de encontrar sitio a los que llegan y no tienen mesa.
Su trabajo le sale, de una manera espontanea, no tiene que fingir, ni haberse preparado ningún papel, como han tenido que hacer algunos de sus compañeros.
Pero hoy es día para enfrentarse a una persona quisquillosa con todo el mundo. De corazón sale invitar a irse. Pero son los retos para demostrar que se puede dar las vueltas a las cosas y hacer sentirse bien a todo el mundo, incluso a los tóxicos.
Juan con un cariño exquisito le hace ver otra manera de relacionarse con todo el mundo con ejemplos que puede entender y cambian un gesto arisco en una suave curva en los labios.
Los otros clientes observan de tapadillo la evolución, como si fuera una obra teatral, pendientes de la evolución y como el actor principal, conduce la situación y consigue una sonrisa contagiosa, trasladada a todo el local.
Juan se va convirtiendo en una de las piezas del restaurante y sus turnos de libranza hace que exista una sensación de vació, difícil de llenar.
Por el local han pasado muchos trabajadores pero ha sido un referente en filosofía de la vida y también, en el trabajo.
El cambio de empleo es una característica de los nuevos tiempos, pero allí se ha convertido en una escuela, independientemente del tiempo desarrollado allí, mucha gente aprende con Juan, algunos siguen estando.

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