viernes, 17 de noviembre de 2017

EL ENCUENTRO ANODINO





Por la calle se encuentran dos conocidos, Luis y Juan. El tiempo cronológico les ha llevado a su jubilación. No saben que decirse y sus frases se llenan de silencios, como ocultando sentimientos o situaciones que les llenan de espacios en blanco. Con el mismo paso que llegaron, lentamente se van, sin la clásica despedida. Todo parece una escena irreal. Pero ninguna de ellos da más importancia a la corta detención entre ellos. No han comunicado casi nada. Pero en esa vagueza han expresado muchas cosas. Ambos retomaran su lugar de destino, siempre olvidado.
Luis va camino de la panadería en busca de su barra de pan.
Juan emprende el paseo, por recomendación médica, porque las pocas ganas que tiene de salir a la calle y dará una pequeña vuelta a dos manzanas de su casa, pero que pueden ser una eternidad, por la cantidad de paradas y evolucionar con su mirada perdida en un horizonte cercano. Volverán las manos en busca de sus bolsillos receptores y descansaran con un pañuelo de papel, cien veces usado y el contacto con las llaves de casa en el otro.
La panadería, hoy, esta cerrada. Esto le supone un contratiempo, pues tiene que pensar donde ir para obtener el producto de la comida. Tras un par de minutos recuerda otra que no suele ir por la lejanía que supone ir un poco más lejos, pero es el objetivo. Los pasos encaminan hacía allí. Y encuentra una larga cola. El motivo es que ha cogido un panadero el local y lo vende al precio más barato del barrio. Se forman largas colas todos los días, para ahorrar unos centimos. Juan se plantea venir todos los días, para sentir el ahorro que manifiestan todos los participantes de la fila formada. La furgoneta llega y descarga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por participar en este blog.