viernes, 23 de junio de 2017

LEJOS DE ESCONDERSE







Lejos de esconderse,  Juan deja pasar el tiempo, como si este tuviera piernas. Está agobiado por la decisión que tiene que tomar, puede marcarle toda su futura vida. Tiene que dar una respuesta y lo tiene que hacer esta misma noche. La valoración la ha realizado en un momento pero quiere volver a plantear los pros y los contras de su decisión.
Sabe que es importante y también conoce que ser impulsivo le lleva a situaciones insospechadas. Por ello vuelve a retomar la posición del pensamiento, pero el bucle vuelve ha hacer de las suyas. Pues su primera decisión es la que cobra fuerza, sin quererlo llena de argumentos está razón por ello crece y se hace grande. Cuando esto ocurre, las otras razones crean un espacio minúsculo y por ello desaparecen del tablero de juego.
Las horas pasan y ya ni piensa en la posición a tomar, cree que lo ha analizado todo y por tanto. La decisión esta tomada.
Juan encamina sus pasos al lugar donde dar su respuesta. El ascensor está estropeado, son cinco pisos empinados. Según va subiendo su cansancio le hace flaquear y por ello tomar resuello para seguir ascendiendo pero también va surgiendo la duda. En el tercer piso reconoce que su falta de ejercicio y su vida sedentaria le merma su físico. El cuarto piso lo corona en un estado lamentable. Su mirada se dirige hacía el último piso. El sudor brota de una manera grande. Sus piernas comienzan a temblar sus manos se aferran a la barandilla como tabla salvadora. Un pañuelo trata de eliminar el exceso de líquido. Pero es todo el cuerpo, pantalones jersey, como si hubiera llegado el verano en pleno otoño.
 Al llegar arriba no se atreve a pulsar el timbre. Mira hacía abajo y comienza el descenso.

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