Juan, Luís,
Marcos y Martín se reunieron para estudiar un árbol. Lo que hicieron fue
repartirse el trabajo. Uno se dedico a las hojas, otro al tronco, otro a las
flores y el último a los frutos.
Su trabajo era
muy meticuloso, les llevo un año de trabajo. Cada uno supo de la parte que
tenía encargada un montón. Documentaron con muchas fotografías y artículos.
Llego el día de
juntarse para agrupar la investigación. Cada uno, de ellos expuso sus
conclusiones. Se felicitaron, pero descubrieron que habían perdido la
generalidad el conjunto de lo que representa un árbol y solo se han preocupado
por una parte de él.
Quisieron, tras
unificar los criterios, lograr ver una visión de conjunto, pero esto es difícil
pues cada uno anteponía la parte analizada, como principal, pues ellos eran lo
que conocían. Las discusiones fueron arduas, pues cada uno de ellos veía la
importancia de la parte analizada, sobre la de los demás, perdiendo de vista la
unidad, que representa el ser vivo. Como compañero de vida.
Al final se
unieron las cuatro partes como cuatro capítulos pero sin la parte integradora
que ofrezca una visión de conjunto. Quien recibía el documento sentía la falta
de un capitulo integrador. Se leían un conjunto de datos sobre la visión de las
partes pero faltaba la integración aunadora del objeto de estudio.
Todos siguieron
en la investigación y supieron más y más. Pero siguen perdidos en el conjunto.
Como si tuvieran una parcela e ignoraran la zona donde estaban ubicados, con
estratos iguales, clima, temperatura y paisaje
común.
El tiempo pasó
y cada uno ofrecía conferencias maravillosas. Se notaba que faltaba el
nexo universal. En los turnos de preguntas se versaban precisamente en la
relación entre los elementos que constituyen el árbol. Ninguna respuesta
integradora, salía.
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