Juan quiere compartir unos
pensamientos, ha estado dándoles vuelta, en su cabeza, durante toda la semana.
Tal vez se le escape algo, en lo que no se ha dado cuenta. Pero ¿con quien
hacerlo? no todo el mundo le puede apetecer los mismos.
Lo intenta con varios amigos,
pero al no haber una aceptación, recoge la conversación y la guarda. Realmente
a todo el mundo no le interesa, lo que a él, le ha ocupado todo su tiempo.
Se siente un poco frustrado y se dirige
a un parque cercano, bajo una sombra, atenuante del calor, hay una persona
mayor con la cabeza apoyada sobre un bastón, sentada en un banco. Allí se
dirige le da, las buenas tardes y sin saber como están charlando. Sin saber
como le participa de su idea. La recibe de buena gana y le anticipa que él, en
un momento de su vida también le surgió el mismo interés, pero que se fue
debilitando comprendiendo la diversidad del mundo.
Juan encuentra alguien con quien
compartir y le da su experiencia. La llegada a ese banco no ha sido por
casualidad. Se lo hace saber y le da las gracias por haberle ayudado. Su idea
le ha rondado durante bastante tiempo y casi, se convirtió en una obsesión.
De una manera sencilla ha
conseguido su objetivo, dando pie para seguir razonando sobre la elasticidad o
la fijeza de pensamientos. Juan descubre la manera de entender las cosas, desde
un punto de vista más flexible. Mientras en el césped unos muchachos mueven sus
cuerpos como si de un baile se tratase, con armonía, con movimientos suaves.
Juan sale del parque, con una
sabiduría mayor, casi, sin haber hecho muchos cambios. Todo ha estado allí,
pero sin fijarse en ello. Ahora es diferente, comienza una nueva visión.
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