jueves, 29 de junio de 2017

LA NATURALEZA EN LA CIUDAD COMO ALGO EXTRAÑO







Juan comenta con Andrés que cuando se habla de naturaleza en la ciudad es como si fuera algo extraño.
-Realmente es como si viviéramos en una isla, donde fuera de ella esta la misma y dentro existe otra cosa. Nos acostumbramos a vivir de otra manera y por muchas barreras que hayamos construido siempre estamos dentro. Los materiales no han venido de otro planeta, el aire, el sol y el agua son de nuestro entorno. No debemos olvidarlo. Contesta Andrés.
-Hemos intentado hacer una vida de laboratorio, donde hemos cambiado nuestra manera de ser, física y anímicamente. Buscando hacer algo muco mejor. Pero el resultado ha sido desastroso. Cuando olvidamos nuestro origen recibimos respuestas sin control. Y eso es síntoma de vorágine. Contesta Juan.
-En los laboratorios se consiguen cosas increíbles pero también deshumanizadas y por lo tanto las respuestas son impredecibles. Mientras Andrés toca su cara como auto identificación.
Junto a ellos un maceta con un una planta de plástico, muy bien lograda y muy bonita. Juan la contempla mientras la anuncia como la causa de su planteamiento, al que no ha tardado en sentirlo Andrés.
Salen y los caminos son calles, las casas son bloques de pisos. Los árboles son antenas. Pero siempre existen monumentos vivos como estos últimos aunque a veces, estén enmacetados. Un perro trata de escabullirse de su correa opresora, mientras su dueño intenta convencerle con la autoridad de un tirón de la misma.
Mientras pasean por una de las aceras, callan mientras contemplan lo que les rodea. Juan se atreve a confesar que el hombre siempre busca lo que no tiene idealizándolo, pero es, evidente, el volver la espalda a nuestra madre e intentar hacer algo nuevo será difícil. Quizás porque no hemos aprendido lo suficiente para seguir en nuestra evolución, por estar experimentando.

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