Ante la perdida de tu cartera,
donde llevas el poco dinero para hacer la compra y la documentación. Te
encuentras desajustado, la habré extraviado o me la han robado, que es la
justificación para no sentirte autor sino victima, tarea mucho de llevar. Yo no
tengo la culpa.
El mundo se acaba de caer, necesitas
los documentos para realizar unos papeleos en que tienes que mostrar tu
identidad, sin olvidar el dinero que sacaste del cajero para poder hacer la
compra de la semana. Comienzas a hacer cabalas donde la has perdido, pero el
resultado es negativo, por más que recuerdas tus pasos no encuentras el lugar
donde puede haber quedado, la cara te cambia en forma de tonto. Y a sentirte
desafortunado, el mundo se empieza a convertir en una losa que comienza a
pesar.
Los minutos se hacen angustiosos.
El día pasa y con la llegada del nuevo, te haces a la idea. Tienes que obtener,
de nuevo tus documentos. El dinero se convierte en otro problema pero se puede
superar. La idea se ha instalado en tu cabeza y comienzas a funcionar sin la
misma.
Los días pasan y mañana tienes
que renovar tu identidad, para ello te supone un nuevo desembolso.
Pero curiosamente recibes un
correo que te informa de que una persona te ha buscado en Internet y te
encuentra para informarte que ha encontrado tu cartera la tiene él. Curiosamente
te dice que el dinero que tenias, en su cantidad exacta, no está.
Te informa de su teléfono y se
ofrece a devolvértela.
La ilusión vuelve a tu cara y un
profundo agradecimiento, que te ha buscado para devolvértela.
Como en un instante todo ha
cambiado, se arregla la situación problemática que tenias. Y una nueva ilusión
por todo lo que te rodea, aparece.
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