Juan sentado frente al libro de
lectura, descubría el paisaje bocetado del autor. Que no llega a todo el mundo
sino aun sector del público, al otro simplemente no le llega y por tanto no
contacta, es igual de los recursos utilizados, en cuanto ha habido dos
negativas a su lectura, no es necesaria una tercera. Se le encorseta en un
calificativo y ya difícilmente pueda haber un cambio de opinión.
Pero Juan es de los que conecta
con la manera de escribir de ese autor, por ello insiste en tratar de leer su producción
literaria.
Busca tiempo para seguir en la
trama del libro y por otro lado le da pena consumir las páginas con el
consiguiente final. Curiosamente surgen las dos necesidades, aun sabiendo que
una, culmina a la otra. Por tanto son principio y final. Comparativamente es
como planear un viaje y ver como una vez efectuado se va pasando el tiempo y el
viaje se acaba, cuando este llega, hay que plantear el siguiente, para seguir
con la ilusión por hacer.
Juan piensa que las metas son los
estímulos para seguir como hace el agricultor con una cosecha, a pesar de si ha
sido buena o mala el objetivo es plantar la siguiente, sino las malas hierbas aparecerán
y el terreno no producirá nada aprovechable. Como cuando nos dejamos ir, sin participar
en nuestra vida, esa manera, más bien cómoda, no conduce a nada, solo al
sentimiento de espectador. Muy bien por un tiempo, pero cuando este se prolonga
puede originar trastornos mentales, antesala de las enfermedades.
Juan entiende los libros como un
escape y saber del pensamiento de otras personas, tan necesario para el bagaje
personal de cada uno de nosotros.
El libro toca a su fin y las
últimas páginas son devoradas con facilidad,
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