La escalada empieza en un tramo
de la montaña, desde abajo puedes hacer unas previsiones por donde ir hacía la
cima, pero es durante la ascensión donde vas modificando la primera idea. Pues
curiosamente surgen dificultades con sus consecuentes soluciones. Que vas
comentando con aquel que te sigue y apoya tu subida.
Curiosa es la primera idea y como
se complica para ir buscando vías más simples, donde superar los obstáculos para
ir al objetivo que es alcanzar la cumbre, por supuesto en el lado que exige más
esfuerzo. Solamente se disfrutara de esos minutos, arriba, tras haber notado
como los músculos contraídos y las gotas de sudor sobre la frente. Las manos
empolvadas en magnesia para evitar que se resbalen y asegurarte con una cuerda
que vas enganchando según inicias cada tramo de subida, mientras el compañero
observa tus movimientos y atento ante una posible caída que de al traste con tu
esfuerzo por conseguir vencer unos problemas que se plantean en el recorrido,
desde arriba algunos observaran el esfuerzo mientras, ellos eligieron el camino
menos costoso. La vista será la misma para unos y otros pero el paladearla es
diferente. El aire también es igual, pero se vive desde otra perspectiva. Donde
cada paso que subes, significa un esfuerzo, mientras otros lo han realizado
montados en su coche, con el único esfuerzo de haber abierto la manecilla de
apertura de la puerta, pues existe un camino que llega al precipicio, donde
termina la escalada.
Curiosa manera de sentir dos
realidades diferentes sobre el mismo lugar, donde lo fácil no es apreciado,
sino como un artículo más de consumo. Se queda en anécdota o postal para contar
a los amigos y familiares.
Quizás en la vida es así, respiramos y no valoramos el acto en
si, sino uno más.
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