lunes, 7 de noviembre de 2016

SIN DIFERENCIA ENTRE SOMBRA Y FIGURA




Juan está contra todo y contra todos. Esta en una situación que discute con cualquiera, todo está mal hecho y se quiere convertir en el adalid para solucionar cualquier cosa. Pero sin embargo la manera de afrontar las cosas le pierde y le resta efectividad ante cualquier acción.
Los gestos de la cara se enfilan, van haciéndose más agudos. Su delgadez se va marcando ostensiblemente. Su voz se hace  hiriente. Incluso su olfato se va cerrando. El oído lleva el mismo camino, se está encerrando en si mismo. Por supuesto el gusto lo perdió cuando tomo todas estas decisiones. No paladea a la vida, ni a la comida.
A la vez quiere ser ejemplo de moralidad para todo el mundo. El problema ocurre cuando los ojos, de las otras personas, se vuelven hacía el y encuentran un hombre vestido de oscuro, con el pelo raido, casi en punta. El resultado es todo lo contrario, pues se hallan ante una persona amargada, de la que se quiere estar, lo menos posible con ella.
Molesta su contacto, ese tono de voz imperativo y hostil, pues siempre pide hojas de reclamaciones. Debe ser una de las personas que ha rellenado mayor número.
Juan esta auténticamente solo, nadie quiere compartir su verdad, pues el embalaje en donde lo envuelve, asusta a cualquiera. Por ello esta aislado.
Las palabras amigables no aparecen por su boca, sino solo criticas, con mayor o menor razón, pero ahí están.
El personaje que ha creado no le hace encontrarse a gusto, pero piensa que la historia le ha colocado por algo en esta vida y ese es arreglar todo aquello que encuentra mal en la vida.

Es curioso que no se encuentre diferencia entre su sombra y su figura. Vaga por la vida como una aparición, pero en oscuro.

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