Como siempre Juan espero al último
autobús. La parada esta cerca de su trabajo. Espera veinte minutos para salir,
incluso ultimar algún asunto pendiente. Para coger ese último transporte. Hoy
hace frío y nadie espera ni pasa por allí, revisa el reloj pero nada aparece en
el horizonte. Ya son treinta minutos y hoy salio antes creyendo poder cogerlo
con más tiempo.
Juan se empieza a impacientar y
llama a la empresa de autobuses, que le informan que ha sufrido una avería y
por ello no ha prestado su servicio.
Juan se desmorona es un polígono
industrial y apenas hay aceras para volver a la ciudad andando. Tiene que
compartir calle con los coches con sus faros encendidos mientras, él tiene que
irlos esquivando tras algún árbol o señal de tráfico. Siente miedo, por el
riesgo que supone, pero no queda otra solución.
Trata de acelerar su paso, para
buscar un nuevo refugio. Unas gotas anuncian la nueva avenida. Ya si o si
llegara a casa calado, mientras dirige sus iras hacía ese transporte que no
llegó. Tiene que llegar a la ciudad como sea para encontrar la seguridad de la
luz y la oportunidad de buscar un taxi libre, cosa que cuando llueve, se
convierte en una lotería.
Juan eligio este turno para poder
llevar a sus hijos por la mañana, cl colegio y poder compartir las prisas
matinales y los desayunos lentos.
Con Ana, su mujer, apenas
comparte cosas pues cuando llega esta dormida, algún escrito en la nevera
recuerda cosas para hacer y comprar. Y un beso termina el día.
Pero esta noche se hace más larga
y por tanto con menos sueño, tres horas ha costado volver al hogar, donde se
han acumulado pensamientos, siempre negativos, que a nada conducen, sino al
replanteamiento de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.