Juan y Alberto salieron a pasear,
es una noche agradable, la luna esta en creciente pero las luces de la ciudad
la hacen permanecer oculta entre edificios, árboles y farolas. No es necesario
alzar la vista salvo que existan inclemencias atmosféricas. Hoy no es el caso y
la temperatura invita a recorrer las calles, sin la velocidad que se ha
realizado unas horas antes.
Van hablando de sus trabajos y
sus posiciones en ellos, pero consiguen llegar a un punto que es encontrar lo
que se hace mal en ellos. Justificar que podrían ir mejor, económicamente pero
sus dirigentes parecen que lo boicotearan. Por fin llegan a un bar, para tomar
unas cervezas. Entran y el local está muy concurrido, Hay un grupo que están
celebrando el cumpleaños de una de las chicas, que están muy animadas, quizás
por el consumo de cervezas consumidas y el poco comer. Pues los vasos se
acumulan en una mesa mientras que los platos son escasos. Quien más habla es la
homenajeada, tiene el derecho de ser la protagonista por está noche, junto a
las sillas se acumulan alguna bolsa de plástico con papel de colores, signo de
haber sido envolvente de regalos.
Juan y Alberto se unen a los
comentarios graciosos que surgen a cada momento y terminan presentándose y son
aceptados sin problemas aportan bromas que encajan en la situación creada. Piden
unas bandejas para retirar la montaña de vasos y platos, pues solo dos
camareros se ocupan de todo y si salen a retirar no hacen su trabajo dentro. Parece
como si la gente atraiga a más personas, como si fueran un imán. Y así ocurre,
se mueven con celeridad, tratando de complacer a todos. Pero no todos lo
entienden y ponen prisa a unas horas, en teoría de descanso general.
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