Frente al grupo de casas hay un
solar enorme, que ha estado durante años siendo un vertedero. La asociación de
vecinos ha propuesto la utilización como parque urbano. Se solicita al
ayuntamiento el mismo. Pero la burocracia municipal, hace acto de presencia. No
reciben contestación.
Entonces un grupo de vecinos
decide poner huertos urbanos. Es curioso porque hacen falta materiales para
llevarlo a cabo y para el domingo próximo se han alquilado carretillas
herramientas y hasta cercas. Curiosamente existen unos planos para la limpieza
del suelo y adecentamiento del mismo.
La asociación ha conseguido el
dinero suficiente para llevarlo a cabo. La participación es muy numerosa.
Aunque hay discusiones sobre el fruto obtenido. Se explica que con el dinero de
la venta de los productos hortícolas se emplearan en material y nadie se
llevara nada para uso propio, por ser una iniciativa común. Lo que se trabaje es para hacer un parque. Por ello comprar los
terrenos y hacerlos públicos.
Como toda labor grupal surgen
muchas discusiones y hasta venganzas. Uno de los vecinos que vio truncadas sus expectativas
personales, se convierte en el peor enemigo y es quien contacta con el dueño
para contarle lo que están haciendo con su terreno.
Le llena la cabeza de ideas y
decide poner coto a esa idea. Pero el ayuntamiento le obliga a vallarlo, lo
cual supone una gran inversión. Que asume. Y aparece un lunes una escavadora
que elimina el trabajo comunal y los rollos de alambrada y las maquinas que
hacen los agujeros para colocar las sujeciones.
Las ideas se han tapado con
vallas. Los dueños de perros tendrán que elegir otro lugar para llevar a sus
animales.
El sueño del parque desaparece. Los
ánimos se alteran y generan reencillas.
Al final la idea común se
distancia de su objetivo.
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