La
transacción que le pide la empresa es adelantar un dinero que luego le será
revertido, más una pequeña bonificación. Juan es una persona en los sesenta
años a penas ha hecho sus pinitos en la informática y tiene que realizar la
operación “on line”.
Comienza
a sudar copiosamente, nunca ha realizado un acto de este tipo, tiene apuntados
los datos pero no esta lo suficientemente seguro de hacerlo bien.
Ríos
de sudor le corren por su cuerpo, es todo el dinero que le queda. Pero la
empresa, donde trabaja desde hace veinticinco años, les ha pedido a todos los
trabajadores ese esfuerzo para seguir siendo efectivos.
Por
fin llega a la casilla de aceptar, comprueba una y otra vez los datos puestos y
toca en ella.
Un
mensaje le llega de inmediato que le informa que los datos son incorrectos, Tras
comprobar se da cuenta que los datos puestos no coinciden con las casillas
aportadas.
Juan
quiere abandonar y pedir la ayuda de alguien, pero es agosto y no tiene a nadie
a quien pedir ayuda, tampoco puede ir a la oficina bancaria por ser por la
tarde, y estar cerrada.
Cuando
va a aceptar, se apaga la luz, y desaparece toda su operación. Una tormenta de
verano es la causante del hecho.
Quien
me mandaría meterme en este berenjenal sin saber de hortalizas, se dice.
Otra
vez desde el principio. Se levanta a reponer parte de los líquidos expulsados
de su cuerpo y vuelve a su ordenador, en realidad es volver con su enemigo y
vuelve a seguir los pasos, que realizo anteriormente. Pero llega a un punto que
se bloquea y no sabe como continuar, le aparece el miedo que envié el dinero a
otra persona y pierda sus ahorros, y su compromiso con su empresa. Miedo…
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