viernes, 8 de julio de 2016

EL COCHE DE JUAN




El automóvil se detiene en una rotonda y su conductor, Juan, no es capaz de poner en funcionamiento. Afortunadamente tiene un teléfono de asistencia en carretera.
Pulsa los números y espera a que una voz automática le desvié la conversación a la persona que atiende el teléfono, curiosamente es la misma en todas las situaciones, es domingo por la mañana y no hay más personal en la centralita.
Juan explica lo que le ocurre pero ella no tiene ni idea de mecánica, lo que hace que derive a un mecánico que le habrá tocado estar de guardia en espera de los diferentes problemas que surgen. Le informa que en veinte minutos estará a su servicio.
Juan se queda más tranquilo en espera de la ayuda prometida. Mientras tanto juguetea con el móvil, en un intento, nervioso, de que pase el tiempo lo más deprisa posible.
Juan no entiende del funcionamiento de su coche, pasa las revisiones cuando se lo dicen y poco más.
Pasa media hora y comienza a impacientarse. Si no hay apenas circulación. Al pasar cuarenta y cinco minutos, piensa que se han olvidado de él, por lo tanto quiere dar señales de vida. Le atiende la misma operadora, ya sabemos que no hay otra. Y le cuenta que se le ha complicado el servicio que tenia con un cliente anterior, por ello la espera será de otros veinte minutos. Juan le dice que entonces se van a una hora. Ella disculpa que al ser domingo hay menos servicio y se a unido al imprevisto anterior.

De malas maneras Juan cuelga y observa como los minutos se mueven despacio y la ayuda no llega. Pero una grúa para, justo detrás. Cuelga y explica la averia. Se monta y al acionar la llave ve la luz de la gasolina.

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