martes, 19 de julio de 2016

EL DIALOGO DE SORDOS




El dialogo de sordos se abre cuando dos posiciones enfrentadas, comienzan a tener posiciones que se prevé enfrentadas.
Entonces nuestro conducto auditivo se formara un tapón que impide la audición con el interlocutor. Entonces se eleva el tono de voz, se empieza a gesticular como ocurre con las personas que padecen la sordera, mueven sus manos como queriéndose hacer entender. Cosa difícil cuando no hay voluntad de entendimiento. Cada vez se levanta más la voz y la oreja como consecuencia, se cierra más.
Solamente se reanudara, el dialogo, cuando una de las dos personas tenga la voluntad de bajar la tensión en la escena que está producida, solo entonces se recupera la comunicación. Y solo entonces surge el lado humano, donde podemos aprender y expresar como nos encontramos.
Juan  con Ana se encuentra en esta misma posición. Hasta que Ana, con su pasado de discusiones en la familia, ha aprendido como modificar las situaciones y las rebaja de tensión de tal manera, que Juan reconoce el empecinamiento que ha tenido y desemboca en un desencuentro, todo con des.
Juan entiende pero a veces se deja llevar, con lo que ve en su alrededor. Por supuesto, que no es un gran aprendizaje, pero le hace reaccionar como sus conocidos y amigos.

Ana si ha aprendido de su pasado, en el que su familia se gritaba con bastante frecuencia. Era, la casa, como una jaula de grillos, donde se oye ruido pero no palabras. Donde los vecinos les rehuían como seres apestados, que no sabían comportarse en sociedad. Vivió su infancia y adolescencia en una vida, que a ella, no le gustaba. Y por ello lucho, para que la inercía no le llevara a situaciones de su pasado, en las que se sintió infeliz y rechazada. La desvalorización era moneda de cambio. 

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