El paseo por el jardín es muy
especial, concebido como un laberinto, donde las diferentes plantas te conducen por
el mismo, existiendo unos pasillos laterales que te sacan del mismo, para
cualquier persona que no se encuentre cómoda en los doscientos veintiún metros de recorrido total.
En el centro están colocadas
cinco plantas diferentes con un denominador común, ofrecen flores de cinco pétalos.
El recinto esta flanqueado por cipreses que quieren envolver las emociones allí
surgidas y darle el aislamiento necesario para sentir los ejercicios.
Curiosamente la entrada y la
salida no son en el mismo lugar, para ser un reflejo de la vida.
No hay perdida, va haciendo
diferentes volutas pero se llega al centro, el suelo es de arena fina para tener
el contacto con el elemento tierra y poder sentir el magnetismo donde esta
construido.
Hay muchas plantas aromáticas que
despiden un olor al que hace que nuestro sentido del olfato se desarrolle y guié
en busca de las emociones que se van creando.
A la entrada hay un banco para
poderse descalzar y estantes para dejar ls zapatos.
Curiosamente nadie queda
indiferente. Un cartel sugiere la manera de adentrarse en él. Y solo se cierra
los días de lluvia para no crear un lodazal. Es por la noche cuando se produce
el riego y por la mañana temprano se hace el rastillado y la eliminación de
hojas y flores secas y a las doce se da acceso al público que quiera disfrutar
del mismo.
Visto desde arriba se observa la armonía
del mismo y el recorrido que se puede realizar en unos minutos o en tres horas
en que lo hizó una mujer inmersa en todo lo que sentía.
La vegetación invita en todas las
epocas del año, pero es en primavera donde mejor se disfruta.
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