Tu
puedes equivocarte igual que yo, eso es una cosa normal, lo malo es
empecinarse en que nunca entiendes bien. Pues estoy en la fase de
poder en la cual no admito que me pueda equivocar. Así contesta Juan
a Pilar.
Muchas
de sus discusiones vienen de la misma situación, lo cual termina
debilitando la relación, parece que lo mas importante es lo que se
ha dicho sin valorar la relación en general, al haber una puerta que chirría cuando se abre, parece que la casa no funciona correctamente. Siempre es cuestión de escalas pero sabiendo que las
mismas, las colocamos nosotros. Al hacernos conscientes de ello la
cosa cambia.
-
La puerta puede sonar, pero no es sinónimo que la casa funcione mal.
Dice Juan a una apesadumbrada Pilar.
-
Ya pero te lo he dicho muchas veces.
-
Es verdad pero para mi no tiene importancia.
-
Pero para mi si.
-
Que has hecho para cambiar esa molestia.
-
Yo no puedo desmontar la puerta, no tengo fuerzas.
-
Siempre se puede buscar un plan alternativo y tu no lo has hecho, has
actuado como un ariete para utilizarlo contra mi. No es necesario la
confrontación.
-
Entonces, según tu, tengo que seguir oyendo el ruido.
-
Te vuelvo a repetir que a lo mejor con pasar una lija por debajo de
la puerta puede ser suficiente.
-
Y porque no me lo has dicho antes.
-
Porque no me lo has preguntado. Contesta Juan
Al
final del dialogo, crispado, la lleva contra su pecho y la da un
beso. Pilar ha dejado su hacha de guerra enterrado en la ferretería.
-
Los supuestos nos separan mas que nos acercan, siendo el objetivo el
contrario, no puede ser tan difícil hacerlo, solo se necesita
voluntad de hacer.
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