Cuando
la duda llega, sin haber sido invitada, empieza una situación
similar a atravesar un rió profundo por una pasarela de cuerdas,
ciertamente deteriorado. No sabes en que momento vas a caer, aunque
trates de agarrarte a las cuerdas laterales. El mismo sentimiento
aparece y distorsiona la percepción que te rodea, la pequeña maceta
junto a la mesa, el árbol rodeado de cemento, las gotas en la cara
que trae una nube en una ráfaga de aire.
Comienza
pequeña pero según van pasando los minutos se desarrolla como una
pequeña bola de nieve que según va bajando la cuesta, se convierte
en una gran bola que todo lo tapa y lo engulle.
Nuestra
mente ha seguido un proceso similar. Todo se anula y hay una
prioridad, intentar resolver la cuestión.
Lejos
quedan los momentos donde sabes lo que quieres y como la quieres, ese
borrón es como una mancha de aceite, donde el resultado es que
tienes un lamparon, precisamente hoy, que tienes una presentación
publica, donde muchos pares de ojos dirigirán su vista precisamente
a este. No tienes opción de cambio de camisa. Habrá que justificar
la misma, porque si se ignora, la mirada estará continua a ella y lo
que vas a decir quedara en un segundo termino, será un gran fracaso:
Hay que enfrentarse a ella y jugar con la incertidumbre, para que el
mensaje que se ha de trasmitir, sea lo mas importante que el mensaje
visual.
Nuestra
preocupación disminuirá y es un motivo creativo para ser un
trampolín de superación personal. Donde hay un solo ganador y ese
somos nosotros. Da igual si se va a dar una conferencia, atravesar un
puente o salir a la calle, el objetivo es siempre el mismo, ser una
mejor persona y encontrarse a gusto contigo mismo, nada mas.
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