jueves, 5 de noviembre de 2015

EL VIAJE




Juan planeo un viaje con un amigo, van a otro país. Solo tienen tres días. Todas las ciudades cuentan con muchos recovecos que ver, y en la periferia suelen encontrarse otros tantos puntos turísticos. Pero Daniel le gusta ver el mayor numero de cosas posibles, ya que no siempre se puede llegar hasta allí.
Juan es una persona bastante tranquila, pero no suele saber decir que no. Su pensamiento es que si utiliza el monosilábico, hará una confrontación con su amigo, cosa que trata de evitar a toda costa.
El nerviosismo de Daniel arrastra a cualquier persona que este cerca de él. En el aeropuerto no consigue encontrar los billetes que están en su libro de lectura, los tiene en su mano sin darse cuenta y busca en todos los bolsillos de la bolsa de viaje. El problema se resuelve al caer el libro y con el salen los mismos.
- Creo que tenemos tres días para disfrutar de la ciudad que vamos a visitar, debemos disfrutar lentamente su pulso. Si queremos ver muchas cosas, disfrutaremos muy poco, terminaremos cansados y un poco frustrados por no haber visto más cosas. Le comenta Juan.
- Si pero es una pena no ver un montón de cosas que están ahí.
- Lo importante no es sumar sino disfrutar lo que vemos, si lo hacemos corriendo, perderemos el sentir de donde estemos.
- Ya, Juan, pero me resulta difícil pensar de esa manera, pues pienso que no logramos los objetivos.

- Pero a quien hay que mostrar esos objetivos, piensa que son para nosotros, no tenemos que rendir cuentas a nadie. Un paseo sin prisa es suficiente para impregnarnos de todo lo que nos rodea. El corazón tiene que seguir llevando su ritmo acompasado y dejando paso a unos pulmones que recogen olores.

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