Junto
al parque esta la antigua estación de trenes, sitio muy frecuentada
antaño, ahora sustituida por los diferentes autobuses y coches.
Siguen pasando un tren por la mañana y otro por la tarde, aunque
también pasan varios trenes de mercancías. La curiosidad por quien
venía, era un motivo para pasear por ella y ser punto de reunión.
La
nueva estación de autobuses, no tiene el sentido de reunión de la
gente, se ha perdido ese interés y como consecuencia se va
deteriorando, al igual que el parque, que ve como sus árboles van
cogiendo enfermedades y se van podando como única solución.
El
gran reloj sigue presidiendo el anden, curiosamente sigue funcionando
y el sistema de megafonía también funciona en la voz ronca de un
mensaje grabado, cuando llegan las dos paradas diarias.
La
ciudad ha crecido hacía el otro lado, como dando la espalda al
esplendor que tuvo hace años. Hay un proyecto de soterrar las vías
a su paso de la ciudad para evitar que las vías separen los dos
lados de la ciudad. Esto sera la puntilla al entorno y lo que fue un
sitio de encuentro, dará lugar a una nueva avenida. El pasado hay
que enterrarle para dar lugar a la funcionalidad de las cosas.
Las
hierbas silvestres van ocupando, el entorno y la sensación de
dejadez, aparece con la basura acumulada y el espacio ocupado por
personas marginales, que encuentran su lugar en la ciudad. La visera
del anden protege de sol y lluvia y hasta de frió.
Un
convoy de mercancías pasa accionando su silbato. Los pasos a nivel
fueron sustituidos por puentes y pasos subterráneos, esto quito
muchos accidentes y unió las dos partes de la ciudad seccionados por
los raíles. Al pasar el último tramo de la estación, descarrila
el tren.
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