viernes, 6 de noviembre de 2015

LA ESCUCHA




Alguna vez te has sentado en un sitio, tranquilo y has comenzado a escuchar, te das cuenta de todos los ruidos o sonidos que puedes oír, da igual lo próximos o lejanos que se encuentren. Comienzas a entender uno de tus canales de percepción del mundo circundante. No es necesario que agregues pensamientos, ni juicios, ni ideas. Solo déjate sentir. Le va diciendo Daniel a Juan, sus palabras se acompasan de un ritmo pausado, dejando silencios para hacer llevar a ese estado de una manera pausada.
Ahora cierra tus ojos y siente la que esta sucediendo a tu alrededor, no juzgues.
Ambos se sientan en un banco y permanecen abstraídos hasta la aparición de una moto con un sonido estridente. La magia lleva a los ojos a tomar las riendas y lo primero que hacen es mirarse uno a otro.
- ¿Cuanto tiempo hemos podido estar? Pregunta Juan
- Es lo mismo, el tiempo empleado, hemos estado en una meditación en medio de la ciudad. No hace falta irse a lugares especiales. Tu templo eres tu.
- Parece fácil
- Realmente lo es. Nosotros somos quien lo complicamos con pensamientos e ideas preconcebidas.
Se levantan y tienen la necesidad de desentumecerse, y por ello agitan sus cuerpos en busca de la salida a su concentración.

- Que curioso como complicamos las cosas, dice Daniel, un concepto taoista nos enseña que cuando comamos, comamos, cuando trabajemos, trabajemos y cuando bebamos, bebamos así de simple. Normalmente hacemos las cosas automáticamente no disfrutando de lo que hacemos, por eso siempre tenemos la necesidad de querer llenarnos, y lo hacemos con cosas materiales para que ocupen ese hueco, y sentirnos plenos. Error que lleva a la vorágine de las cosas materiales y su consumo desmedido. Sin sentir lo que tenemos a nuestro alrededor.

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