Juan
coge una vela y la enciende, Pare él tiene un sentido y es el de la
iluminación, siempre es necesaria para cuando alguien lo necesita,
en este caso es la muerte del padre de una amiga. Así que coge una
de las de soporte metálico y la coloca en un farolillo blanco,
construido para alojarlas.
El
un hecho ritual que acepta como verdadero y como profunda forma de
ver la vida. Cuando lo ha compartido con alguien la respuesta ha sido
de risa. Las cosas que no son racionales se desechan como una forma
irracional y por tanto criticable, la risa es una parte de desprecio,
ante lo que se desconoce.
Juan
aprendió que en esta vida hay dos cosas muy importantes una es el
amor y la otra tener luz, para poder vencer a las tinieblas que entre
vez y cuando aparecen en nuestras cabezas. La vela es un buen símbolo
de la claridad y por ello cuando los días acortan enciende la
esencia. Como recordatorio. Una bolsa aloja las mismas.
Sin
afán de proselitismo lo indica a sus amigos y curiosamente algunos
instalan la costumbre de prender la llama, todos lo días. A veces
una mancha de aceite se extiende lentamente, con la curiosidad que
con luces apagadas existe una pequeña luz, que vence la oscuridad,
todo un manifiesto. Ya la costumbre es llegar a casa y encender una
pequeña vela de iluminación, con sentido diferente al de
iluminación que suplen las lamparas y son reflejadas en las fotos
que hacen los satélites espaciales en donde la tierra es de noche,
la parte que no ilumina la próxima estrella. Son las grandes luces
de las ciudades pero quizás si todos encendiéramos nuestra pequeña
luz, no haría falta los grandes focos, que todo lo llenan, pero poco
clarifican
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.