sábado, 24 de octubre de 2015

LA VELA DE JUAN



Juan coge una vela y la enciende, Pare él tiene un sentido y es el de la iluminación, siempre es necesaria para cuando alguien lo necesita, en este caso es la muerte del padre de una amiga. Así que coge una de las de soporte metálico y la coloca en un farolillo blanco, construido para alojarlas.
El un hecho ritual que acepta como verdadero y como profunda forma de ver la vida. Cuando lo ha compartido con alguien la respuesta ha sido de risa. Las cosas que no son racionales se desechan como una forma irracional y por tanto criticable, la risa es una parte de desprecio, ante lo que se desconoce.
Juan aprendió que en esta vida hay dos cosas muy importantes una es el amor y la otra tener luz, para poder vencer a las tinieblas que entre vez y cuando aparecen en nuestras cabezas. La vela es un buen símbolo de la claridad y por ello cuando los días acortan enciende la esencia. Como recordatorio. Una bolsa aloja las mismas.

Sin afán de proselitismo lo indica a sus amigos y curiosamente algunos instalan la costumbre de prender la llama, todos lo días. A veces una mancha de aceite se extiende lentamente, con la curiosidad que con luces apagadas existe una pequeña luz, que vence la oscuridad, todo un manifiesto. Ya la costumbre es llegar a casa y encender una pequeña vela de iluminación, con sentido diferente al de iluminación que suplen las lamparas y son reflejadas en las fotos que hacen los satélites espaciales en donde la tierra es de noche, la parte que no ilumina la próxima estrella. Son las grandes luces de las ciudades pero quizás si todos encendiéramos nuestra pequeña luz, no haría falta los grandes focos, que todo lo llenan, pero poco clarifican

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por participar en este blog.